Es posible que España sea el país que se suma al paro mundial en el que más debate está suscitando la convocatoria. Tanto es así que la ola a favor de la huelga feminista ha puesto en aprietos a PP y C’S, que han pasado de la confrontación directa por ser una convocatoria impulsada por Podemos a modular sus mensajes. EL martes, Mariano Rajoy, en una respuesta en el Senado, aseguró que no comparte la idea de una «huelga a la japonesa» que promocionan algunas de sus ministras, como Isabel García Tejerina, o la presidenta de la CAM. Fue así como valoró la interpelación de una senadora de Nueva Canaria a la situación de las llamadas kelis.
La convocatoria del #El8DeMarzoYoParo también ha puesto en evidencia a los sindicatos clásicos (UGT y CCOO, que apoyan la convocatoria de dos horas de paro frente a la de 24 horas que respaldan CGT y CNT, entre otros) o del PSOE, que no promueve oficialmente la huelga aunque mantiene que sí participa en los actos convocados. Extraoficialmente, sí están empujando para que el paro de este jueves sea un éxito, sobre todo después de que colectivos de mujeres, como el de las periodistas (también las de primera línea) o académicas se hayan movilizado a favor de la huelga.
En la práctica, los convocantes (en cuya plataforma también figura Podemos e IU) han conseguido que esta semana sólo se hable de esta convocatoria, confirmándose de nuevo la pujanza del movimiento feminista en España, el único que se ha mantenido activo y en tendencia creciente durante los años de baja movilización social, con la llegada de centenares de mujeres concienciadas muy jóvenes. En ese sentido, y al margen de lo que ocurra este 8 de marzo, donde es muy posible que el paro sea muy desigual, la convocatoria es ya un éxito, sobre todo en relación a los mensajes que se están lanzando a los más jóvenes, sobre todo en comparación a la diatribas que llegan desde un machismo convenientemente oculto hasta que el feminismo ha pasado, a su juicio, líneas rojas.
Durante estos días se está hablando de pobreza femenina, de monopolio de los cuidados (sin cobrar) para las mujeres, de brechas salariales y de techos de cristal muy gruesos, de las implicaciones de la maternidad en las carreras profesionales de las mujeres. Debates que se insertan en la teoría de un mundo fabricado en beneficio de los hombres y de su proyección pública y social que poco a poco da pasos hacia la igualdad de derechos, y no sólo sobre el papel.
Estas semanas de movilización han puesto de manifiesto la pulsión entre los diferentes corrientes del feminismo en relación a su proyección política y también la visión de muchas mujeres que, desde ámbitos profesionales, niegan la necesidad de una huelga de este tipo en un país como España, que garantiza la igualdad de hombres y mujeres. En su mayoría, ponen como ejemplos la presencia de mujeres en cargos de responsabilidad a los que se accede por oposición y explican sus casos personales; en la selección de sus ejemplos confirman que existe un problema social que viene explicado, por ejemplo, por la escasa presencia de mujeres en puestos de dirección incluso en sectores, como el de la comunicación, donde somos mayoría.
Otra derivada importante de la convocatoria tiene que ver con la difícil adscripción del paro a lo que se considera una huelga clásica. Así, coincide la necesidad de usar los resortes del Real Decreto Ley de Relaciones laborales del 4 de marzo de 1977 (aplicable en relación al trabajo asalariado, donde se han estipulado servicios mínimos en sectores clave y no tan claves) pero mucho más difuso en relación a la huelga de cuidados y de consumo que se propugna. En ese contexto han surgido debates a propósito de la imposibilidad de dejar de atender a mayores, enfermos y niños en el ámbito privado, o el papel de los hombres en una huelga que se pide que sea sólo de mujeres para escenificar el impacto real de nuestra presencia social.
En ese debate se enmarca este tuit, que en el momento de elaboración de este post había sido reituiteado por más 1900 personas, lo que da una idea de la escasa idea que tenemos de lo que implica secundar una huelga, aunque tenga el punto de indefinición desdse un punto de vista clásico de la convocada este 8 de marzo.
Queda clara la dificultad de marcar una pauta sobre lo que se puede hacer en los ámbitos privados, donde se pide que los hombres asuman la carga de trabajo de las mujeres para que ellas puedan participar en las manifestaciones de la huelga. De fondo, supone asumir en términos globales que estamos ante un día excepcional, a la espera de su continuidad a partir de mañana.
El tuit pretende dejar claros postulados en la derivada de la huelga en el mercado de trabajo asalariado: Aunque parezca increíble, hay que recordar que nadie puede cercenar el derecho a la huelga (que forma parte del corpus de superprotección) ni puede exigir preavisos. Por supuesto, ningún trabajador de plantilla o externo puede cubrir el puesto que deja una huelguista, ni siquiera con buenas intenciones, como sugería la nota de prensa difundida por Alberto Garzón (y matizada después en tanto que propugnaba un esquirolaje de facto). Además de insolidario, es ilegal de acuerdo con el RDL mencionado.
Tampoco se puede avanzar trabajo con piezas enlatadas para que la huelga no se perciba o para que se tenga constancia de lo que implica tener sólo voces masculinas en los informativos de radio y televisión o en las firmas de la prensa. Eso es lo que ha pasado durante toda nuestra Historia y es el feminismo el que ha servido de plataforma para acercarnos al lugar que nos corresponde por cuota (50% de la población). Asimismo, tampoco vale que los compañeros echen una mano para que el vacío que dejen las mujeres se note menos, aunque sea a costa de donar su parte de salario a organizaciones feministas. Tampoco vale montar conciertos u obras de teatro para apoyar la huelga, como sugirió la cantante Rozalen para explicar por qué no ha cancelado un concierto previsto para este jueves. En la práctica, supone trabajar gratis aunque se rodee de reivindicación.
Por último, quedamos a la espera de que ver la dimensión de una convocatoria ampliamente difundida en medios de comunicación y redes sociales que puede volver a confirmar la enorme brecha entre la realidad social y la que se moviliza. Por nuestra parte, nos interesa especialmente el impacto en la huelga en el sector de la comunicación que tan movilizado está desde hace días.
Como ya peinamos canas, hemos visto de todo, también en personas que ahora se manifiestan claramente a favor de parar este 8 de marzo en otras convocatorias de huelga general (la última, la de noviembre de 2012). Entonces se defendía el deber de los periodistas a informar de la huelga, lo que justificada que el sector no secundara un paro a pesar de estar duramente azotado por la crisis económica y financiera, así como por la reforma laboral del Gobierno del PP. Hubo justificaciones parecidas a acciones sectoriales de protesta ante el despido masivo de periodistas en medios como El País, El Mundo, El Periódico o la Cadena SER.
CODA. En este enlace se puede consultar el manifiesto aprobado por la Comisión 8 de Marzo.
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