Imagen de Vincent West (Reuters). Bilbao
El movimiento feminista llegó a esta jornada muy fuerte, con el impulso de la huelga general de 24 horas convocada por CGT y CNT, principalmente, acompañada por el paro de dos horas decidido por UGT y CCOO, que se vieron claramente sobrepasados. Lo mismo se puede decir del PSOE, que se limitó a apoyar el paro de dos horas para señalar que participaría pero no impulsaría la movilización, y de PP y C’s, que han pasado de descalificar el paro a mostrar su respaldo con el lazo morado (en el caso de Mariano Rajoy, con compromiso incluso para «seguir trabajando en defensa de la igualdad real entre hombres y mujeres, sin regatear un solo esfuerzo»).
Como avisamos, la huelga se notó en sectores muy concretos, en especial en el sector del transporte, donde se decretaron servicios mínimos que, en la práctica, establecían normalidad a las frecuencias de Metro o Cercanías; de la Administración, con paros desiguales en educación primaria, algo más en secundaria y más importante en ciclos superioers; y, sobre todo, de los medios de comunicación privados y públicos. Los sindicatos cifraron en casi seis millones el seguimiento de la huelga, un dato que nos parece exagerado vista nuestra presencia en la calle.
En las cabeceras y cadenas de televisión de grupos mediáticos privados, se optó por seguir trabajando con la ausencia de las mujeres, lo que, en nuestra opinión, evidenció una de nuestras reservas a una convocatoria de huelga dirigida sólo a mujeres: En apariencia, era un día normal salvo por la ausencia masiva de mujeres, que fueron sustituidas por sus compañeros.
Si tenemos en cuenta que ésa ha sido la práctica habitual hasta hace pocos años, no parece muy aconsejable ceder espacios de especial proyección social, ni siquiera simbólicamente, a los hombres, que en su mayoría secundaron la petición de la plataforma convocante y no fueron a la huelga.
Así, no hubo paro masivo salvo en los medios públicos, como TVE, Canal Sur o TV3, además del Programa de Ana Rosa, en Tele5, que no emitió ni un minuto de su magazine hoy. El resto de programación en el resto de las cadenas transcurrió como si fuera un día normal, con la única excentricidad de que las voces eran unánimemente masculinas o que se evitó que el público recibiera en directo el desagrado de las periodistas ante la decisión de sus respectivos grupos de no pasar a negro como había hecho Ana Rosa Quintana.
La marea morada toma las calles
Se esperaba que las manifestaciones de este año fueran muy potentes y se confirmó la impresión inicial. Como viene siendo habitual en el repertorio de protesta en España desde hace años, las marchas convocadas en todos los puntos del país resultaron un éxito sin precedentes sólo comparables, quizás, a las multitudinarias marchas del «No a la guerra» de 2003. Entonces, el mundo de la cultura se expuso como altavoz contra la invasión de Irak. En esta ocasión, han sido las periodistas las que han abanderado una protesta improvisada a raíz del movimiento
#MeToo, y a la que se han sumado, a su manera, mujeres del mundo de los negocios o empresas, lo que plantea muchas incertidumbres sobre las diferentes corrientes que conviven en la amalgama feminista.
Se cumplió el guión y la manifestación fue muy numerosa en Madrid (170.000 personas, según Delegación de Gobierno, 600.000 según las convocantes) y en Barcelona (200.000 según la Guardia Urbana), pero también tuvo un seguimiento muy importante en Bilbao (60.000), en Vigo (40.000 personas), Alicante (50.000), Valencia o Zaragoza (100.000 según las convocantes).
Y como ocurre cuando una protesta social desborda, el foco había que ponerlo en núcleos más pequeños, donde esta vez también hubo una movilización importantísima. Fue el caso de (Toledo (3.000), Ciudad Real (7.000), Cuenca (1.800), Albacete (6.000) o Guadalajara (3.200, según datos de la Delegación de gobierno). También en A Coruña (33.000), Málaga (50.000), Cádiz (35.000), Gijón (20.000), León (20.000), Santander (15.000, según datos de la polícia local), Granada (15.000), Valladolid (14.000), Segovia (9.000) o Teruel, donde se manifestaron 3.000 personas.
En todas las marchas se pudo ver a mujeres de todas las edades vestidas de morado, con especial relevancia de chicas muy jóvenes que, como señalábamos en nuestra previa, llevan unos años aportando savia nueva a un movimiento con más trascendencia global de lo que parece. A pesar de la atención en España, que ha sido recogida por la prensa internacional, ha habido manifestaciones multitudinarias en las principales ciudades del mundo, con especial mención a Turquía, México o Irán, donde miles de mujeres se han manifestado en Teherán por sus derechos.
Todos quedan retratados
El éxito de la convocatoria, este 8 de marzo, ha vuelto a poner de manifiesto cierta desconexión entre las organizaciones sindicales y políticas y la calle, que ha confirmado que hay razones para la movilización tras la protesta de los pensionistas de estas semanas.
Recordemos que, de los partidos de implantación estatal, sólo Unidos Podemos ha estado implicado desde el comienzo en una convocatoria que ha obligado a modular la posición de las demás formaciones políticas y de sindicatos, claramente sobrepasados por el empuje conseguido en la calle. Hoy, hay que agradecer a los sindicatos que convocaron el paro de 24 horas el hecho de haberse tomado en serio una movilización de la que hay que extraer muchas conclusions cuando pase la euforia.
La más inmediata, a nuestro juicio, tiene que ver con la propia evolución del feminismo y la pulsión entre las corrientes obreristas, que plantean una revisión de toda la estructura económica para comenzar a construir una alternativa social, y las visiones liberales, más centradas en las consecuencias que en las causas de la desigualdad. Será interesante ver la convivencia entre estos dos extremos, de la que el movimiento feminista del PSOE puede aportar enseñanzas porque durante décadas ha vivido internamente ese debate. Y ahí pueden jugar un papel esencial las caras mediáticas: Nadie debería cerrar los ojos ante lo ocurrido este jueves y ante la posibilidad de que haya sido la movilización de las mujeres con más proyección en los medios la que ha terminado sacando a la calle a muchas otras, como ocurrió en 2003 con los partidarios del»No a la guerra».
En clave institucional, y a pesar de la decisión de Ferraz de mantener un perfil bajo en esta ocasión, Pedro Sánchez se ha sumado a la marcha, al igual que cargos del PP y Begoña Villacís, de C’s, que fue increpada por manifestantes por las posiciones defendidas por su partido en los días previos. Como siempre que ocurren estos hechos, no estamos de acuerdo con que se expulse a nadie de una convocatoria de este tipo, aunque se intuyan razones electoralistas en su presencia. Tiempo habrá de poner a cada uno en su sitio, sobre todo porque habrá un intento de los partidos por acercarse al feminismo como reclamo electoral de primer orden.
Algo de esto ya se intuyó el martes, con el desmarque de Mariano Rajoy respecto a la idea de «huelga a la japonesa» defendida por ministras y presidentas autonómicas y lo hemos visto este jueves con el lazo morado en su solapa. Ahora sólo queda mantener la cabeza fría y actuar con astucia ante un programa de máximos que habrá que consensuar en algún momento (y será ahí cuando se pongan de manifiesto las contradicciones entre la distintas corrientes que resumimos en dos pero que son bastantes más).
En cuanto a las herramientas de protesta, convendría también reflexionar sobre la elección de la huelga como la plataforma más adecuada en estos tiempos. A pesar de las cifras, el seguimiento ha sido muy escaso en la práctica, bien por convicción, bien por presiones en un mercado laboral que está como está. Desde esta óptica, sería bueno analizar el éxito del mensaje que se trasladó a los huelguistas y que en la práctica ha demostrado que, mejor o peor, el mundo ha seguido girando sin la presencia de mujeres, muchas de la cuales no se han sentido interpeladas para que se sumaran al paro.
Sí queda claro que este 8 de marzo ha habido un salto cualitativo del feminismo como movimiento político y social que invita a ser optimistas, sobre todo por los mensajes de emancipación e igualdad que están llegando a chicas muy jóvenes que es posible que ya no vean normal que en una entrevista de trabajo les pregunten si piensan ser madres, si tienen familia (para medir su disponibilidad fuera de la jornada habitual) o que vean normales situaciones de acoso por razón de sexo, techos de cristal, que tengan que demostrar mucho más que sus compañeros para tener oportunidades laborales o que vean limitada sus opciones de pareja si demuestran ser inteligentes o seguras.
No obstante, conviene estar preparadas: Ante un desafío de este tipo habrá una reacción conservadora que irá desde los partidarios de minimizar el alcance del movimiento hasta comportamientos puramente machistas y misóginos. Cualquier usuario de redes sociales permeable al feminismo sabe de lo que hablo. A los que no, les invito a consultar los comentarios a noticias que tengan como las mujeres como protagonistas voluntarias o involuntarias para entender el alcance de la agresividad vertida contra cualquier persona que defienda ideas de igualdad de género, especialmente si esa persona es una mujer.
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