El PSOE da síntomas de desconexión con la realidad

Durante tres días, el PSOE se reunió en torno a la Escuela de Buen Gobierno con dos objetivos claros: Proyectar una imagen de unidad cuando está a punto de cumplirse un año de la victoria de Pedro Sánchez en las primarias; y dar una vuelta al proyecto que encabeza Pedro Sánchez con la idea de conectarse a una socialdemocracia que pasa por sus momentos más bajos en Europa a la espera de que arranque el ciclo político que puede adelantarse unos meses en función de lo que ocurra en Cataluña y con los PGE del Gobierno.

Ferraz no logró la imagen de unidad que buscaba, a pesar de la foto de José Luis Rodríguez Zapatero con Pedro Sánchez. A la cita no acudieron Felipe González ni Alfredo Pérez Rubalcaba, que este lunes justificó su ausencia en el veto sanchista a la candidatura de Elena Valenciano para presidir el Grupo Socialista Europeo. A última hora, también se excusó Susana Díaz, que antepuso el día a día del gobierno de la Junta andaluza a participar en la operación de imagen del sanchismo, que apenas realizó autocrítica.

Mientras, Alfonso Guerra aparecía en los medios para arremeter contra la posición del partido ante la prisión permanente revisable y en la reunión se vio cómo Javier Solana afeaba que el partido se levantara de la mesa de la comisión por el pacto por la educación o cómo los barones, algunos de ellos críticos a Sánchez, admitían diferencias en torno al sistema autonómico de financiación al tiempo que hacían alegatos a favor de una unidad interna que hace aguas por todas partes.

Tampoco parece que Sánchez lograra un gran éxito en torno a engrasar un proyecto que ilusione medianamente a un electorado que ha retomado la movilización frente a la política tradicional, y eso ocurre a pesar del evidente desgaste del PP que recogen todos los sondeos sobre intención de publicados en este año y que el secretario general minimiza. Según Pedro Sánchez, el PSOE «está tocando con la punta de los dedos ser la primera fuerza política de este país» y emplazó a los suyos a fijar sus objetivos en las municipales de mayo de 2019: «Si ganamos las elecciones en mayo o en junio, cuando sean, da igual los gritos que den, porque quien gana las municipales gana las generales».

Las palabras del líder del PSOE, que confía en llegar a La Moncloa a pesar del escaso entusiasmo que genera entre propios y extraños, pasan por encima de la propia evidencia que recogen los estudios demoscópicos, que recogen cómo C’s estaría compitiendo con los socialistas en todos los grupos de edad (salvo los mayore sde 65 años) y en los que los socialistas no enganchan como opción política ni como la oferta electoral preferida para hacer frente a los problemas del país.

A la espera de que se plasme en las urnas o no, la alternativa hoy es Ciudadanos, un hecho que los propios sociológos electorales socialistas asumen  para luego atribuir el éxito del partido de Albert Rivera a una especie de complot mediático como la que en su momento sufrió Felipe González: «Estamos ante una clara operación política que, además de ensalzar a Ciudadanos, busca machacar o ningunear al PSOE», señaló Félix Tezanos.

Esta afirmación certifica la desconexión de la materia gris del equipo que rodea al actual secretario general, que, igual que le ocurrió en 2014, con la irrupción de Podemos, no terminan de entender por qué para amplios sectores de la sociedad el PSOE ya no es alternativa al Gobierno del PP. Y se olvidan, de paso, que a pesar de la operación mediática contra el felipismo, González volvió a ganar las elecciones generales de 1993 y estuvo a punto de arrebatar a Aznar la victoria en las de 1996. Por supuesto, obvian también la operación de acoso y derribo contra José Luis Rodríguez Zapatero entre 2000 y 2004 (también entre medios afines) y la que vivió entre 2004 y 2008, presión mediática aderezada con una movilización en la calle de la derecha sin precedentes y que acabó con la segunda victoria consecutiva en las elecciones generales de 2008.

Viñeta de Iñaki y Frenchy en diario16

Hace unos días, Sánchez atribuyó el batacazo electoral de Matteo Renzi a una renuncia a su programa. Curiosamente, el secretario general de los socialistas ignora que las razones de su estancamiento en las urnas puede deberse a la renuncia de Ferraz a sus valores tradicionales y que hemos intentado recoger en este blog durante estos meses. Ahí está la movilización feminista, que el PSOE se limitó a acompañar pero no a impulsar, la renuncia a batalla por la libertad de expresión de expresiones artísticas o cómo se pone de perfil a la hora de buscar una solución al problema catalán independiente de la posición de fuerza que esgrimen PP y C’s.

En las últimas semanas, el PSOE se ha visto desbordado por la movilización de los pensionistas, que este fin de semana volvieron a la calle a pesar del mal tiempo (con especial incidencia en Madrid y, sobre toto, Bilbao) y a la que se sumó el propio Sánchez, en un intento quizás de capitalizar la efervescencia social que vuelve a manifestarse en estos meses, como ocurrió entre 2011 y hasta la consolidación de Podemos como oferta electoral.

Mientras, propone medidas como subir un 0.25% el sueldo de los diputados en solidaridad con los pensionistas y los días pares reclama a Mariano Rajoy que se someta a una cuestión de confianza, confirmando, de paso, que no tiene números ni cintura política para conseguir los números que garanticen el éxito de una moción de censura ni tampoco, entendemos, seguridad para defender un proyecto ganador como en su momento hizo Felipe González, a pesar de perder la moción de confianza contra Adolfo Suárez.

Así, Ferraz ejecuta una estrategia un tanto errática en el fondo y en las formas, jugando con la escasa memoria que electorado manifiesta en estos tiempos de irrupciones de temas polémicos que se agotan en 24 horas. Estos días hemos escuchado cómo cargos del PSOE han recriminado a Unidos Podemos que no apoyara la investidura de Sánchez hace dos años, un hecho que se contradice con la entrevista que Sánchez dio en Salvados tras presentar su dimisión como secretario general y en la que admitió que durante aquellos meses nunca se negoció en serio con Podemos por la presión interna del partido.

Al mismo tiempo, se comienzan a filtrar informaciones en torno a la escasa potencia de la Ejecutiva elegida por el secretario general, mientras se dirigen los ojos hacia Margarita Robles, portavoz parlamentaria elegida por Sánchez, y que habría perdido el favor del líder durante estos meses, y hay quien pide que no se ataque de forma directa a Ciudadanos porque, seguramente, habrá que entenderse con el partido de Albert Rivera si las urnas certifican la pujanza de la lista de la formación naranja.

Un argumento que volvió a evidenciarse en el debate sobre el futuro de la izquierda que reunió en una mesa a  Eduardo Madina e Iñigo Errejón, dos defenestrados de sus respectivos partidos a los que Salvados volvió a poner un micrófono para ejecutar un debate que explica por qué el país parece dispuesto a potenciar un giro a la derecha evidente en las próximas elecciones.

Acerca de llegalaultima

Politóloga y periodista en transición
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