PP y C’s arrancan la precampaña electoral de las próximas generales

Este miércoles, arrancó la campaña de las elecciones generales de 2020. La sesión de control al Gobierno fue la excusa elegida por los distintos líderes políticos para señalar este día en el calendario del ciclo electoral que culminará con la renovación de las Cortes Generales tras una parada técnica en las elecciones municipales, autonómicas y europeas, previstas para mayo de 2019, a las que se sumarán las andaluzas y, quizás, las catalanas. A un año de que arranque el periodo electoral, los sondeos sobre intención de voto  reflejan tendencias muy similares: El multipartidismo llegó para quedarse y, por primera vez desde 1982, el centroderecha tiene un competidor electoral sólido, Ciudadanos, que en estos momentos manifiesta capacidad para morder en el nicho de votos ubicado en el centroderecha.

A la espera de analizar con más detalle el último barómetro del CIS, con datos recogidos en pleno escándalo por el máster de Cifuentes pero antes de su dimisión, de la penúltima crisis pública de Podemos y de la publicación de la sentencia de La Manada, se confirma una suerte de empate técnico entre PP y C’s, con el PSOE al acecho y con Unidos Podemos que, con un 19.6% de intención de voto, no parece tan descabalgado de la contienda como reflejan otros estudios demoscópicos.

La lectura del barómetro del CIS confirma el giro del electorado al centroderecha y un multipartidismo que obligaría a acuerdos con fuerzas periféricas para garantizar la gobernabilidad del país. Además, permite avanzar conclusiones que serán fundamentales para entender las estrategias de los partidos en los próximos meses. Los populares, en su peor momento, todavía serían primera fuerza parlamentaria aunque se quedarían sólo 1.6 puntos por delante de C’s, que sufriría el castigo que impone las circunscripciones menos pobladas, en las que los nuevos partidos tienen menor capacidad de penetración, según la atribución de escaños realizada por Narciso Michavila.

Es más que previsible que la pugna por el centroderecha, que comenzó hace semanas en la Convención nacional del PP, se agudice en los próximos meses, con dos consideraciones a tener en cuenta: Por un lado, la capacidad de C’s para aguantar una guerra de guerrillas de dos años, al menos, un periodo en el que deberá combinar su propia construcción orgánica en un contexto de expectativas de fuerte crecimiento con una propuesta ideológica que permita, al mismo tiempo, responder a los ataques del PP y ofrecer una alternativa creíble. Por otro lado, será interesante comprobar si el PP tiene artillería pesada suficiente contra los dirigentes de C’s y, si la tiene, su capacidad para utilizarla gestionando los tiempos en su beneficio.

En política, dos años son una vida, como ha podido comprobar en sus propias carnes Cristina Cifuentes. Con esto queremos decir que resulta extremadamente complicado mantener esa tensión ininterrumpida durante un periodo de tiempo tan largo y , sobre todo, contra una organización política que, por su juventud, no debería tener demasiados cadáveres en el armario. Al menos en teoría.

La buena noticia para Génova es que, con los datos del CIS sobre la mesa, pueden vender que, en su peor momento, todavía siguen siendo la principal referencia de un electorado muy fiel pero que comienza a limitarse al suelo electoral que normalmente se le atribuye.  Es el partido preferido por el votante con más edad, con los riesgos biológicos que supone ser incapaz de renovar una base electoral que irá falleciendo. Es en este contexto en el que hay que entender los ataques que este miércoles dirigió Mariano Rajoy contra C’s, al que acusó de ser «aprovechategui» tras el anuncio de Rivera de que su formación retiraba al Gobierno el apoyo que le otorgó para aplicar el art. 155 de la CE en Cataluña.

En sintonía con los argumentarios difundidos por el PP, en el sentido de que «hay partido«, Rajoy ejecutó en el hemiciclo un abrazo del oso de manual contra el PSOE, que este martes valoró el barómetro del CIS como un escenario de triple empate técnico: «Creo que no le da un voto y hacer que mucha gente no se lo tome en serio. Veo que está usted de aprovechategui en un tema importante. Le pido que se comporte usted como se está comportando el PSOE en el tema de Cataluña y, sinceramente, nos iría mucho mejor».

La excusa, de nuevo, el apoyo socialista al Gobierno en la aplicación del art. 155; en la práctica, la consideración del bipartidismo como las únicas propuestas políticas fiables en un contexto en el que los sondeos sobre intención de voto marcan las estrategias partidistas de forma muy marcada. Con un PSOE, además, que puede sufrir el peso de que su líder esté ausente del Congreso de los diputados, sobre todo si Rivera elige este escenario para postularse como «líder de la oposición» y si el centroderecha eligen el hemiciclo como el mejor sitio para dirimir públicamente sus desencuentros.

Los resultados del CIS aportaron otra lectura interesante que la izquierda debería analizar con mucha atención: El PSOE sigue estancado en los resultados conseguidos en junio de 2016, y todo ello a pesar de las primarias y del ‘efecto Sánchez», ya completamente apagado. Por su parte, UP tampoco es capaz de proyectarse como una alternativa con opciones frente a los socialistas más allá de ser una formación llamada a ser parte de gobiernos de coalición, en el mejor de los casos.

En clave estratégica, con PSOE y UP distanciados en apenas 2.4 puntos en intención de voto, es posible que durante estos meses veamos una pugna por el corazón del electorado de izquierdas, pero en un plano secundario, a la espera de la capacidad de la candidatura de Iñigo Errejón en Madrid. Mientras, en la pista central, la atención estará puesta en PP y C’s, socios parlamentarios, aunque no lo parezca por el grosor de las descalificaciones mutuas, a la espera de cómo se desenvuelva la vía judicial en torno a los líderes del Procés. Una resolución de un escenario que, recordemos, ha sido fundamental para que el PNV finalmente aceptara apoyar el proyecto de PGE del Ejecutivo central pero que dará a C’s artillería pesada suficiente para proyectar la idea de un Gobierno rendido a los nacionalismos.

En este contexto, resulta creíble que veamos una estrategia de C’s centrada en minar aun más la base electoral del PP con un discurso de centroderecha potente, a la espera de cómo derive el conflicto territorial y de sus opciones de vender la idea de un PP que renuncia a sus principios y políticas, como ha ocurrido con el aumento de las pensiones, a costa de mantener el poder. Todo ello a la espera de un giro a su centroizquierda en el arranque de 2019, de cara a las elecciones de mayo, que se modulará con el centroderecha con el fin de seguir nutriéndose de votante desencantados de PP y PSOE de la forma más simultánea posible. A su favor, que Albert Rivera sigue siendo el líder nacional mejor valorado, con permiso de Alberto Garzón, y que C’s goza de un predicamento nada indisimulado en los medios generalistas que, por si lo hemos olvidado, es la principal fuente de información del electorado español.

Acerca de llegalaultima

Politóloga y periodista en transición
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2 respuestas a PP y C’s arrancan la precampaña electoral de las próximas generales

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