Hace unas semana, pulsamos las estrategias de los partidos políticos en torno a la idea de que, por el momento, es Ciudadanos la formación que marca la agenda mediática, al menos respecto al PP. Estos días confirmamos que la formación naranja sigue siendo el partido de moda y que la lucha partidista, hasta ver si el escándalo de la vivienda Iglesias/Montero se lleva por delante las aspiraciones de Podemos, se ubicará en los próximos meses en todo el espacio que se registra entre el centro y la derecha ideológica tras la decisión de Ferraz de entrar en ese caladero de votos.
El domingo, Albert Rivera lideró el mito fundacional de C’s como formación hermanada a En Marche!, el movimiento de Emmanuel Macron que le hizo ganar las presidenciales francesas, hace un año, en un clima de descomposición de los partidos tradicionales. Además del efecto contagio galo, exhibió una pátina de patriotismo inusual en un país como España con reminiscencias más que evidentes de EEUU y que tienen un eco directo con la Forza Italia de Silvio Berlusconi, referencia bien vista por Enric Juliana: «La gran maniobra desde arriba para canalizar, sin riesgos estructurales, las ganas de cambio de los de abajo. El Podemos de derechas –usted ya me entiende– que un día imaginó el banquero Josep Oliu».
C’s presentó «España Ciudadana», una plataforma cívica para lanzar su proyecto de cara al próximo ciclo electoral que proyecta dos mensajes. El oculto: C’s no tiene una base orgánica suficiente para responder al reto ganador que recogen todas las encuestas sobre intención de voto. Esta plataforma pretende ser una forma de reclutar independientes y personalidades no necesariamente vinculadas a la política profesional con el fin de montar listas electorales con garantías de cara al ciclo electoral que arrancará a comienzos de 2019 y que en año y medio provocará una renovación total de las instituciones.
El segundo mensaje fue mucho más claro: C’s no está dispuesto a desprovechar el caudal de votos que le estaría proporcionando el conflicto catalán y, con esa excusa, quiere construir liderar un país sin complejos respecto a su base identitaria y nacional sin cuentas pendientes con el pasado. Así, se lanzó la idea de que estamos a tiempo de construir un modelo de país presentable y querido por los que se sienten españoles, un mensaje en positivo tras las críticas generalizadas a cómo funciona la realidad. «Recorriendo España yo no veo ‘rojos’ y ‘azules’, veo españoles; no veo jóvenes y mayores, veo españoles; no veo creyentes y agnósticos, veo españoles. Vamos a unirnos para recuperar el orgullo de pertenecer a esta gran nación», proclamó.
Para ello, se invitó a personas más o menos anónimas en un acto que presentaron periodistas y que tuvo su momento de gloria cuando Marta Sánchez subió al escenario y entonó su particular himno nacional. A pesar de la ausencia de su fichaje estrella, Manuel Valls, que sólo estuvo en el acto con una intervención grabada, se vieron muchas lágrimas patrióticas y se confirmó que C’s está dispuesto a ir claramente a por el electorado que, hasta ahora, formaba parte del núcleo duro del PP.
Por si quedaba alguna duda, durante su intervención, Albert Rivera realizó una referencia a Miguel Angel Blanco, concejal del PP asesinado por ETA, sin nombrar precisamente su adscripción ideológica, algo que ha escocido en Génova. Como apuntábamos en el post de hace unos días, C’s corrobora, en este punto, que su interés electoral pasa por adelgazar todavía más el músculo que rodea a los populares, que siguen con estupor la evolución de los acontecimientos y su reflejo en las encuestas públicas mientras gestionan la detención de más personalidades vinculadas con el aznarismo por presunta corrupción.
La partida se juega en la derecha
Génova está sufriendo, en sus propias carnes, la estrategia que a menudo desplegó contra el PSOE en el Gobierno con un añadido respecto al pasado: Azuzar los sentimientos de pertenencia sobre una construcción nacional capaz de contraponerse, en estos momentos, con el nacionalismo catalán (o el vasco). Se crea una dicotomía de buenos españoles (los que confían en el proyecto comunitario), con exhibición de banderas y con la difusión de un himno que provoca, sobre todo, estupor y lejanía de los no convencidos.
La novedad respecto a la ejecución de esa estratetegia por parte de los populares es que el objeto de deseo hoy es su electorado base, aquel que se moviliza en cuanto se apelan a los sentimientos o símbolos patrióticos ante una idea de España que obvia las diferencias y el conflicto social para impulsar la idea de una entidad única frente a la adversidad.
Estamos, pues, ante la confirmación de que hay en marcha una OPA hostil nada disimulada desde C’s al PP, tal y como apuntábamos hace unos días, que pretende ahondar aún más los réditos conseguidos a partir del conflicto catalán, que aún dista mucho de estar resuelto. La última etapa, la elección de los miembros del Gobierno de la Generalitat que ha propiciado que PP, C’s y PSOE hayan acordado continuar con la aplicación del art. 155 de la CE hasta el punto de que, en estos momentos, hay dos presidentes en Cataluña de manera simultánea: Quim Torra y Mariano Rajoy.
La sorpresa, en este momento, es la constatación de que, un año después de su victoria en las primarias, Pedro Sánchez está muy cómodo con el statu quo y no se plantea ni siquiera plantear una oposición solvente a Mariano Rajoy. Al revés. Estos días hemos visto el enésimo giro del PSOE para disputarle a C’s ese centro patriótico más escorado a la derecha en lo que supone una innovación respecto a otros ciclos electorales: Esa disputa en ese caladero de votos concreto se concentra en los últimos meses antes de los comicios, cuando has asentado a tu base electoral. Ferraz innova también en ese punto y, sin haberse garantizado a su base electoral, se lanza a por el voto del centro patriótico o desencantado en una estrategia muy arriesgada que ha de combinarse con la baja valoración del liderazgo de Pedro Sánchez.
Una vez abandonada su oferta de reforma de la CE o la defensa de la España plurinacional para resolver el problema catalán, cobran sentido sus propuestas de reforma de Código Penal con el objetivo de penalizar propuestas como las del independentismo en Cataluña o la de normativizar aun más la toma de posesión de los cargos públicos para obligarles a jurar la Constitución. Mención aparte merece la propuesta estrella de este lunes, la penalización de actuaciones de discriminación por parte de los dirigentes políticos, iniciativa que ni siquiera supo explicar:
Y todo ello sucede mientras los líderes de Podemos han entrado en barrena, como confirmaron en la rueda de prensa convocada el sábado por la tarde para anunciar un plebiscito que vincula la permanencia de Iglesias y Montero al frente del partido tras conocerse los detalles de la compra de su vivienda, y parece que no hay nadie ahí para recoger la decepción en un escenario que los diferentes medios están aprovechando para que la herida escueza más.
En ese contexto, en lugar de atraer a ese votante que quizás en algún momento dio su confianza al PSOE de José Luis Rodríguez Zapatero o al de Felipe González, los socialistas sorprenden al endurecer el mensaje sobre España y las instituciones y entrando, directamente, en un marco que tanto el PP como C’s controlan perfectamente y, por lo tanto, tienen todas las de ganar.
A la espera de que haya vida inteligente en Ferraz que entienda de una vez cuál es su electorado natural y dónde pueden estar sus votantes potenciales, sorprende que no haya alguien diseñando una estrategia centrada en atraer al voto de centroizquierda que poco a poco se está quedando huérfano de referencia partidista nacional en un momento en el que se admite que el tiempo del cambio pasó y que sólo queda esclarecer la capacidad de Podemos y del PSOE para entenderse en el futuro frente al rearme conservador.
CODA. Además del nada disimulado intento de C’s por vincularse con En Marche!, el discurso de Rivera bebió, digámoslo así, de la intervención que el senador de Illinois, Barak Obama, realizó ante la Convención demócrata de 2004. Aquel fue el pistoletazo de salida para su candidatura presidencial en 2008.
Pingback: Primeras condenas por el ‘caso Gürtel’ y amenaza de moción de censura contra Rajoy | La última en llegar
Pingback: Rajoy descarta dimitir y se toma en serio la moción de censura de Sánchez | La última en llegar
Pingback: Sociométrica sitúa al PP como cuarta fuerza parlamentaria con 63 diputados | La última en llegar
Pingback: Primer gesto para retomar el diálogo entre Madrid y Barcelona | La última en llegar