Feijoó se apea de la carrera por la sucesión de Rajoy… de momento

Las señales apuntaban a un desenlace de este tipo pero el lunes por la tarde se confirmó la noticia: El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijoó,  se descarta como sucesor de Mariano Rajoy y anuncia que se queda en Galicia hasta 2020, año en el que acaba la legislatura en el bastión popular, el único en el que todavía siguen intratables en las urnas.

Feijóo, que figuraba como la primera opción para sucederle desde el anuncio de la dimisión de Rajoy, da un portazo momentáneo en la batalla por el liderazgo del PP, que por ahora cuenta con tres posibles candidatos: Pablo Casado y José Manuel García Margallo, que este lunes anunciaron su disposición a presentarse a las primarias, y que se suman a José Luis Bayo, ex presidente de NNGG en Valencia, con muy pocas opciones de estar finalmente en la carrera por la sucesión.

Con la confirmación de la renuncia de Feijóo, que no resulta tan extraña si tenemos en cuenta filtrando que se lo estaba pensando y que su situación personal pesaba mucho, la atención se dirige ahora a Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal, que tienen de plazo hasta este miércoles, a las 14 horas, para presentar sus candidaturas. Tampoco se puede descartar en estos momentos que finalmente hubiera un candidato de transición hasta 2020, fecha en la que Feijóo quedaría liberado del compromiso con Galicia que alega en estos momentos, lo que acallaría el temor a la guerra interna si hubiera que elegir entre las dos mujeres que han susurrado durante años a Rajoy.

No es un asunto menor: Una paz momentánea permitiría al partido ganar tiempo mientras se acomete una renovacion profunda en el partido en un momento en el que todas las portadas las ocupa Pedro Sánchez por méritos propios. En este contexto, con las encuestas sonriéndole, el PP cuenta con un periodo de gracia en el que su principal adversario electoral, C’s, comienza a desinflarse desde el punto de vista demoscópico. Y así hasta mayo de 2019, fecha de las elecciones municipales, autonómicas y europeas, y después junio de 2020, en el que un líder temporal podría ayudar a salvar los muebles, sobre todo si las elecciones retoman la contienda bipartidista.

Para esa fecha, y a la espera de Feijóo, ya se habrían celebrado las elecciones generales, de manera que un líder alternativo en el PP haría el papel de Alfredo Pérez-Rubalcaba en el PSOE y, técnicamente, recibiría el posible voto de castigo que todavía quede por purgar en las filas populares. En este contexto, se barajan los nombres de Ana Pastor, que sería el componente femenino en el caso de que ni Santamaría ni Cospedal dieran un paso al frente, o Iñigo de la Serna, que en estos meses tiene mucho tiempo disponible tras quedar relegado de sus funciones de ministro y no tener escaño en el Congreso de los diputados.

Este miércoles se conocerán finalmente quiénes optan a presidir el partido, que vuelve a demostrar que tiene un lío interno considerable, en buena medida por la manera de ejercer el poder de Rajoy durante los últimos 14 años. Con una tradición muy presidencialista y jerárquica, el abanico de candidaturas confirman la sintomatología: Existe una situación de marejada intensa desde el punto de vista interno que Feijóo trata de evitar con su desembarco en Madrid. La siguiente batalla tendrá lugar el 5 de julio, día en el que los afiliados votarán en dos urnas a los precandidatos que pasen la primera fase y a los compromisarios que decidirán el nombre del líder en el congreso extraordinario del 20 y 21 de julio.

Si tenemos en cuenta que la participación de los afiliados del PP en las primarias celebradas por las federaciones más poderosas, a excepción de Galicia, hace un año fue de 64.000 personas (frente a los 850.000 afiliados declarados), podemos hablar de un proceso en el que finalmente pueden participar en torno a 100.000 personas que, además, podrían discrepar del voto de los comprimarios (el aparato del partido), como ya ocurrió en el PP de Jaén o en Cantabria.

No augura un buen tono el mensaje desplegado en su anuncio por Casado [«Yo sí quiero presidir el PP, y yo sí creo que no hay que esperar a que venga el futuro, sino que hay que salir a conquistarlo, no podemos seguir arrastrando los pies durante toda una semana para pensar quién quiere liderar un partido que es uno de los pilares fundamentales del sistema democrático español (…) Soy el candidato de una generación distinta»], que está pendiente de una imputación por su trayectoria académica en la UCM y en la Universidad Rey Juan Carlos.

Tampoco que el ex ministro de AAEE de Rajoy lleve días justificando su candidatura con el objetivo de evitar que Santamaría pueda llegar a presidir el PP, una tarea que no es tan fácil como parece si tenemos en cuenta que no cuenta con especial cariño en los medios conservadores, que no le olvidan sus coqueteos con El País, y que la ex vicepresidenta ha controlado los resortes del poder en el Gobierno pero no el partido, donde sólo cuenta con apoyos concretos (Juan Manuel Moreno o Alfonso Alonso, por citar dos de los nombres más conocidos).

En cualquier caso, las primarias del PSOE y la potencial guerra interna en el PP contrastan con la aparente unanimidad en los liderazgos de C’s y de Unidos Podemos, formaciones que, por su novedad, deberían haber afrontado sus respectivos procesos internos con mayor naturalidad y, sobre todo, con una mayor competencia.

Acerca de llegalaultima

Politóloga y periodista en transición
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