El PP ha presumido durante décadas de ser el partido con mayor número de afiliados en España. La renovación que llegó de la mano de José María Aznar trajo consigo un aluvión de afiliaciones en el partido, sobre todo desde 1993 y durante el final de la década de los años ’90. El motivo, derrota inesperada para Génova en las elecciones de 1993 y la voluntad de cambio ante un Gobierno, el de Felipe González, que se despertaba cada día con un caso de corrupción en las portadas de la prensa.
En ese momento, la organización del partido y la pujanza de Nuevas Generaciones en los campus universitarios hizo que llegara savia fresca al PP que contribuyó a alimentar el mito de los 850.000 afiliados que, desde entonces, ha acompañado al partido. La vinculación de Pablo Casado con el partido, por cierto, procede de aquella época.
Hace un año, las elecciones primarias para renovar las direcciones del PP en las respectivas CCAA comenzaron a desinflar ese mito que ha quedado completamente sepultado con la inscripción de afiliados para votar al próximo futuro presidente del partido el próximo 5 de julio. En los procesos celebrados en 2017, menos de 65.000 afiliados se inscribieron para decidir la renovación del PP en la mayoría de CCAA, una cifra que dejaba fuera al partido en Galicia, Aragón, Navarra, Extremadura, Ceuta y Melilla, que optaron por seguir con el sistema tradicional de renovación a través de compromisarios.
De acuerdo con los datos provisionales, 66.384 afiliados votarán este jueves en las urnas de los candidatos y de los compromisarios que finalmente elegirán al próximo presidente del PP, y presumible candidato a las próximas elecciones generales, los días 20 y 21 de julio. En las quinielas siguen figurando como favoritos María Dolores de Cospedal, Soraya Sáenz de Santamaría y Pablo Casado, el único de los candidatos con opciones que ha pedido que se amplíe el plazo de inscripción para favorecer la participación de más afiliados.
En cualquier caso, las cifras aportadas por el PP muestran que sólo un 7.42% de los afiliados declarados están al corriente del pago de la cuota (que se podría regularizar con el pago de 20 euros) o sienten interés por participar en la elección del máximo responsable del partido en los próximos años, lo que ya aporta pistas de la extraña composición orgánica del PP, que le aproxima más a un grupo de notables que a un partido de masas.
El método para elegir al próximo presidente del PP ha comenzado a poner negro sobre blanco las cifras de afiliados en el PP, que tienen más que ver con el músculo de militancia que posee Ciudadanos que los militantes que han participado en los procesos organizados por Podemos o por el PSOE. Así, en la consulta sobre el futuro de Pablo Iglesias e Irene Montero a propósito de la adquisición de su vivienda en Galapagar participaron 188.000 personas, una cifra más elevada en comparación con los 155.000 censados que votaron en el congreso de Vistalegre II, hace un año. Las cifras de inscritos en el PP tampoco se acercan a los datos de las primarias del PSOE en las que, hace un año, participaron 150.000 militantes para elegir a Pedro Sánchez como secretario general.
Hace un año, nos llamó la atención la escasa participación en un proceso de primarias que, evidentemente, no está en el ADN del afiliado del PP. En esta ocasión, volvemos a insistir en este dato, sobre todo si tenemos en cuenta que tenemos una cifra parecida de inscritos aunque ahora sí participan los militantes de Galicia (101.000 afiliados, el tercer grupo más potente después de la Comunidad Valenciana y la Andalucía) mientras la CAM mantiene que su censo estaría más en los 68.427 inscritos que en los 95.000 que maneja la dirección nacional. A pesar de la diferencia, es una de las provincias que más afiliados aporta al proceso de elección, lo que puede venir explicado por las críticas cada vez más explícitas a la dirección del PP de Madrid por posicionarse a favor de Cospedal.
Desde Génova, se disculpa esta baja participación por la novedad de un método que no ilusiona y que resulta extraño a la cultura política del PP, que pasa por ser muy presidencialista, jerárquica y disciplinada. Rafael Hernando, incluso, ha llegado a decir que los afiliados no tiene interés en votar porque están tranquilos y saben que el proyecto no peligra, en lo que parece más un intento de consuelo que un argumentario en toda regla que obliga a pensar en la necesidad de limpiar los censos de cara al futuro.
CODA. Este martes, Santamaría ha señalado que no descarta una candidatura conjunta, como pide el PP de Madrid, si Cospedal gana la primera votación el próximo 5 de julio, una declaración extraña si tenemos en cuenta la animadversión personal entre ambas que, en teoría, son las grandes favoritas para hacerse con la presidencia del partido. Por este motivo, porque no es normal que se adelanten estrategias de confluencia cuando todo está a tu favor, conviene tener en cuenta las implicaciones que esta declaración arroja y que tiene que ver, sobre todo, con el temor a la candidatura de Pablo Casado, muy vinculado a la militancia de Madrid y que ha tenido años para granjearse una buena buena relación con los cuadros medios del partido. Por el momento, Casado es el gran favorito de Federico Jiménez Losantos, que todavía goza de un notable predicamento entre la militancia popular.
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