Aires de fin de ciclo de Merkel tras la crisis con la CSU

La negociación para formación del gobierno alemán tras el resultado de las elecciones generales aventuró que podemos estar ante un final de ciclo. Angela Merkel consiguió su cuarto mandato como canciller tras seis meses de negociaciones con el SPD para la formación de un Gobierno de coalición que estas semanas ha estado a punto de caer por las discrepancias de la CSU con la política migratoria.

Los hechos: el ministro de Interior y presidente de la CSU (formación con la que la CDU mantiene un acuerdo en Baviera), Horst Seehofer, amenazó hace dos semanas con cerrar de forma unilateral las fronteras a los inmigrantes ya registrados en otros países europeos. Este asunto, la llegada de 2.5 millones de refugiados desde 2015, que estuvo sobre la mesa de negociaciones durante la formación de Gobierno, pone el foco en las discrepancias respecto a la política migratoria que la CDU/CSU han arrastrado durante los últimos años y que sobrevolaron también durante la larga campaña electoral el año pasado.

Ante la amenaza de Seehofer, que dos tercios de alemanes consideró que se movía por intereses electorales, Merkel se comprometió a buscar un acuerdo con la UE en la cumbre migratoria en la que Pedro Sánchez se estrenó como jefe de Gobierno español. En esta reunión, se alcanzó un acuerdo para frenar los  flujos de peticionarios de asilo dentro de la UE y Berlín llegó a acuerdos bilaterales de buena voluntad con una docena  de países para acelerar las devoluciones de inmigrantes.

El presidente bávaro consideró insuficiente el contenido del acuerdo y mantuvo la amenaza de cerrar las fronteras de Baviera la medianoche del lunes, lo que derivó en horas de negociaciones que se cerró con un acuerdo entre socios que aleja la posibilidad de la dimisión del ministro de Interior y presidente de la CSU (que se dio por hecha el domingo por la noche) y de una crisis de gobierno como consecuencia de una ruptura entre formaciones aliadas.

La CSU es un partido hermanado de la CDU y juntos forman la alianza de los conservadores alemanes bajo la premisa de que la segunda no participa como partido en las elecciones bávaras y el CSU se mantiene a nivel regional. Una ruptura supondría una fragmentación del voto con la entrada de la CDU en los comicios bávaros que, en teoría, perjudicaría a la CSU, con impacto directo en las opciones de la ultraderecha.

Por el momento, parece que la tormenta ha amainado con un acuerdo que Merkel explicó de la siguiente forma: «Por un lado queremos instalar centros de tránsito en Alemania y desde allí llevar a cabo devoluciones de acuerdo con países de los que vengan los demandantes de asilo y en los que ya estén registrado (…) De esta manera, el espíritu de la Unión Europea se preserva y a la vez damos un paso importante para ordenar y controlar la migración secundaria (la de peticiones de asilo)».

Consecuencias: El SPD ha mostrado discrepancias por la fórmula alcanzada, a la espera de más datos. Por su parte, la ultraderecha, principal beneficiada electoral de este debate y cuyo avance explica la posición de la derecha bávara, se mostró en contra de un acuerdo  y avanza que será uno de los asuntos de la campaña electoral de los comicios en Baviera, previstos para el próximo mes de octubre y en las que ya es evidente que la CSU no repetirá el apoyo del 47.7% conseguido hace cinco años. Por otra parte, Austria ha anunciado que revisará su frontera («Estaremos obligados a tomar medidas para evitar desventajas para Austria y su población») si Berlín da el visto bueno a la restricción en la entrada de inmigrantes en Alemania.

El ultimátum de la CSU constata la sitaución de debilidad con la que Merkel afronta su cuarto mandato y aventura un final de ciclo con consecuencias en el papel de Alemania, cuya economía está dando síntomas de problemas, en una futura UE controlada por líderes ultranacionalistas o, directamente, por la ultraderecha. En Alemania, los últimos sondeos sobre intención publicados a nivel federal sitúa al CDU/CSU en el 31.1% de intención de voto, -1.8 puntos respecto a su resultado en las elecciones de septiembre de 2017.

Su socio de gobierno, el SPD, tampoco recupera porcentajes de apoyo anterior al desplome sufrido hace un año: Se movería en torno al 18.4% de promedio, -2.1 puntos respecto a 2017, con AfD pisándole los talones. La ultraderecha sigue sacando rédito de controlar el discurso político y se movería en torno al 14.8% de apoyo, +2.2 puntos respecto a su último resultado en las urnas, con sondeos que les sitúan como segunda preferencia entre los 25 y 64 años y que apuntan que en las elecciones de Baviera, en cuyo parlamento entraría con un apoyo similar al de SPD.

Los Verdes siguen en progresión ascendente, con un 12.1% de media, mientras que los liberales conseguirían el 9.15% de intención de voto  y Die Linke  el 10.1%. En este sentido, parece que se constata el fin de castigo a los liberales por la gestión de sus negociaciones en el gobierno de coalición Jamaika tras los comicios. También que la izquierda radical no parece ser el partido llamado a beneficiarse del descrédito de la política tradicional salvo en feudos concretos, como Berlín.

CODA. Datos de YouGov sobre la preferencia de los votantes de acuerdo con su edad. A destacar el empuje de los partidos tradicionales entre los electores de más de 65 años y entre los más jóvenes y la pujanza de la utlraderecha como segunda preferencia entre los electores de 25 a 65 años.

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CODA 2. Éstas son las últimas encuestas sobre intención de voto publicadas de cara a la renovación del Parlamento bávaro en las elecciones del próximo 14 de octubre. En este Länd se confirma el desgaste de las dos principales fuerzas políticas (más acusado en el caso del SPD en términos comparativos) frente al empuje de Los Verdes y, sobre todo, de Alternativa para Alemania, como ya ocurre en el resto del país.

Acerca de llegalaultima

Politóloga y periodista en transición
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2 respuestas a Aires de fin de ciclo de Merkel tras la crisis con la CSU

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