Todos los trabajos demoscópicos publicados a lo largo del mes de julio insisten en dos tendencias: La progresión ascendente del PSOE, que todavía arrastra el efecto novedad de la llegada sorpresiva de Pedro Sánchez a La Moncloa, y la incertidumbre en torno a las opciones electorales de un PP que pasó buena parte del mes centrado en sus primarias. Tras la elección de Pablo Casado, todo parece indicar un fortalecimiento de la marca del partido en detrimento de C’s, que ha decidido entrar en los marcos argumentales activados por Génova a propósito de la teórica presión migratoria africana.
Hace unos días señalábamos que la estrategia del nuevo presidente del PP se centraría en disputarle a la formación naranja el voto perdido desde otoño de 2017 desde la reafirmación de las esencias que siempre han acompañado a los populares. Pablo Casado ha dado una vuelta de tuerca más y, en consonancia con las posiciones de formaciones europeas que coquetean con la ultraderecha, ha decidido usar la inmigración ilegal como el avispero para movilizar a un electorado que defiende las supuestas esencias identitarias españolas y/o a los trabajadores que sobreviven en un entorno laboral cada vez más precario.
En septiembre podremos comprobar si la activación de este marco es puntual o no y, sobre todo, si causa efecto en el electorado. Por ahora, los estudios demoscópicos confirman al PSOE como la primera fuerza en intención de voto con un 26.7% de apoyo, +0.9 puntos respecto los estudios publicados durante el mes de junio, con una horquilla de 103-109 escaños. Una lista encabezada por Pedro Sánchez sumaría 4 puntos a la representación conseguida en junio de 2016.
Estos números le acercarían al 28.7% de la representación y 110 diputados obtenidos en las elecciones generales de 2011, lo que explica, por sí solo, el tsunami que hemos vivido desde entonces en relación con el sistema parlamentario y de partidos en España: Los socialistas serían primera fuerza con un apoyo similar al conseguido cuando quedaron como segunda fuerza en la legislatura de la mayoría absoluta del Gobierno de Mariano Rajoy.
Los sondeos del mes de julio recogen claramente la pugna entre PP y C’s por la segunda plaza, aunque el punto de partida es diferente. En el caso del PP, con un sondeo, el de Simple Lógica, que le sitúa por debajo del 19% de intención de voto, se movería en torno al 22.96% de intención de voto, +0.34 puntos respecto al promedio del pasado mes de junio, con tres estudios (Metroscopia, NC-Report y Celeste-Tel) que lo sitúan como segunda fuerza parlamentaria con 97-104 escaños. En la práctica, se habría dejado 10 puntos en intención de voto en dos años.
En el caso de C’s, estaría en el 22.3% de media (-0.9 puntos respecto al mes anterior) y ya sólo sería segunda opción para Simple Lógica y Sigma Dos. El partido de Albert Rivera, que este lunes estuvo en Ceuta acompañando a la Guardia Civil, habría sumado 9.3 puntos respecto a las elecciones de 2016, lo que da pistas sobre el trasvase de votos producido entre las dos formaciones de centroderecha.
Ya descolgado de la contienda electoral encontramos a Unidos Podemos, que queda anclado en el 16.65% de intención de voto, -4.45 puntos respecto a su último resultado en las urnas, dato que coincide con las ganancias del PSOE en este momento de la legislatura. La formación morada, que no termina de instalar ningún marco, obtendría entre 49 y 56 diputados. La buena noticia es que ese dato parece bastante estable de acuerdo con la serie, por lo que, a la espera de nuevos estudios, podemos hablar de un suelo electoral situado por debajo del 17% de la representación.
CODA. Resaltamos los mensajes de los líderes de PP y C’s que confirman la estrategia que han decidido activar en este momento con el fin de activar un nicho electoral que fluctúa entre ambas formaciones. En función de los réditos que recojan los estudios demoscópicos, veremos si se activa definitivamente este marco o no.
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