Estabilidad demoscópica en Portugal, que sigue apareciendo como modelo de país tras la dimisión del ministro de Defensa por el robo de material militar en una base en 2017 -que el primer ministro aprovechó para remodelar el Gobierno– y que negocia los PGE con los que Antonio Costa pretende agotar la legislatura. El Ejecutivo espera un crecimiento del 2.2 %, un déficit del 0.2 % y un desempleo del 6,3 %, con la deuda pública representando el 117 % del PIB.
A un año de las elecciones generales, la izquierda parlamentaria controlaría el 55.4% del Parlamento frente al 33.2% que sumarían el PSD y el CDS, a la espera de ver si se repite la coalición Portugal a Fora con la que se presentó a los comicios hace tres años y que obtuvo 5.4 puntos más que lo que sumarían ambos partidos. Con el añadido, además, de lo que parece un trasvase de votos entre el PSD (24%), que analiza estos días cómo impulsarse, y la formación liberal, que podría ser tercera fuerza parlamentaria con un 9.2% de estimación de voto.
Según el único estudio demoscópico publicado durante el mes de octubre, el PS sería la primera fuerza con un 38.9%, -1.6 puntos respecto al promedio publicado el mes anterior. De manera simultánea, un resultado inferior del partido en el gobierno, que sumaría 6.6 puntos a su resultado en 2015, se traslada en unos resultados aceptables para sus socios parlamentarios.
El BE se movería en torno al 9.1% de estimación (-1.1 punto respecto a las elecciones aunque suma medio punto en relación a los datos del mes de septiembre) y el CDU en el 7.4%, un resultado similar al de hace un mes y con una pérdida de -0.8 puntos en relación a su representación parlamentaria.