Todos los caminos pasan por Ciudadanos

A unos meses de las elecciones municipales y autonómicas, que este año coinciden también con las que renovarán el Parlamento Europeo, tenemos algunas certezas en torno a las formaciones situadas en los extremos del arco ideológico español: La luna de miel obligada entre el PP y VOX, que Ciudadanos parece querer acompañar los días pares de la semana, y la fragmentación de la izquierda tras la implosión de Podemos y el ajuste de cuentas que estamos viendo entre las diferentes corrientes desde que el jueves pasado Iñigo Errejón anunció su intención de acudir a las elecciones autonómicas en Madrid con una marca electoral similar a la de Manuela Carmena.

Tenemos por un lado los movimientos detectados en el flanco derecho (desde la derecha que representa Pablo Casado y los ecos de ultraderecha que defienden los dirigentes de VOX) que han sido respondidos desde la izquierda con una descomposición largamente anunciada en un contexto de desmovilización del electorado del espectro situado en el centroizquierda y la izquierda, como algunas voces en el PSOE han comenzado a anunciar (y asumir).

A cuatro meses de las elecciones municipales y autonómicas, que tradicionalmente han servido en España como termómetro de cara a los comicios generales, hoy casi todos aceptan que será prácticamente imposible mantener los gobiernos municipales en las principales capitales de provincia y los gobiernos autonómicos conformados bajo el pacto del PSOE con Podemos y sus confluencias, que vuelan por libre.

Es en este contexto cuando algunos comienzan a mirar hacia Ciudadanos bajo dos prismas: El partido de Albert Rivera aguanta razonablemente el tsunami VOX según la mayoría de estudios sobre estimación de voto, algo que se explica por la prudencia que demuestran algunos dirigentes de la formación naranja a la hora de abrazar los postulados defendidos por el partido de Santiago Abascal.

De la incapacidad de VOX para postularse como una opción de gobierno seria puede depender un acercamiento más o menos claro de C’s al PSOE para reeditar un acuerdo similar al que en su momento firmaron Rivera y Pedro Sánchez en la investidura fallida tras las elecciones generales de 2015. Las negociaciones para formar los gobiernos municipales y autonómicos tras el 26 de mayo serán un buen termómetro.

La obsesión del PP se llama VOX

Hablamos de una suerte de luna de miel entre las direcciones del PP y de VOX, que se percibió en las negociaciones para colocar a Juan Manuel Moreno como presidente de la Junta de Andalucía y que se vivió también el pasado fin de semana durante la celebración de la Convención nacional del PP que rescató al aznarismo del rincón de la historia en el que habíasido  colocado durante el mandato de Mariano Rajoy. Durante los discursos, con especial mención al de José María Aznar, que volvió a entrar por la puerta grande, VOX fue la referencia explícita e implícita, un dato que muestra la obsesión de la dirección actual de Génova 13 por el daño que la aparición de VOX le pueda hacer en las urnas.

Un dato. De acuerdo con un sondeo de Invymark difundido por Telemadrid, VOX obtendría el 12.2% en la CAM, un dato similar al que obtuvo el partido en Andalucía y que evidencia lo que ya hemos avanzado en este blog: La pujanza de una opción como la que encabeza Santiago Abascal en territorios muy concretos del país, con correspondencia entre lo que gana VOX y lo que pierde el PP (-11.48 puntos respecto al resultado de 2015), lo que hace pensar también en un techo electoral para la formación ultra en su mejor momento. No ayuda la sobreexposición de sus líderes y las lagunas que muestran en todos los asuntos que no tengan que ver con gritar «viva España» o en arremeter contra el feminismo.

El mandato de Pablo Casado, y la elección de cabezas de lista vinculados al PP de Aznar de alguna manera, confirma la mala digestión que los populares están realizando de la aparición de una competencia en su flanco más extremo. No se explica de otra manera que, con la que ha caído, se vuelva a recuperar los nombres de Esperanza Aguirre o de Cristina Cifuentes en la CAM o que la número 1 del PP por Madrid haya repescado a Miguel Angel Rodríguez, ex portavoz del primer Gobierno de Aznar, como asesor en esta campaña.

Con estos gestos, Casado opta por recuperar la idea de una derecha unida, en torno a la figura de Aznar, olvidando que en, este ocasión, su discurso no será performativo respecto a la realidad. Y ésta habla del desgaste de su figura durante su segunda legislatura y la diferencia principal respecto a los años ’90 que mina la propia idea de su defensa de la unidad de las derechas: Aunque se puedan llegar a acuerdos, como en Andalucía, existe una competencia directa entre PP y VOX por un tipo de electorado y entre el PP y C’s por el votante más centrista, ese que se supone que decide las elecciones y que puede salir espantado ante la connivencia del PP con VOX.

Al PSOE no le salen los números

Todos los estudios sobre estimación de voto sitúan al PSOE como primera fuerza política si hoy hubiera elecciones generales. Una lista encabezada por Pedro Sánchez le haría ganar 2-3 puntos respecto al resultado conseguido en los comicios de 2016 y le situaría en los 100 diputados. Es decir, en el peor momento de Podemos, con una descomposición de las candidaturas de aluvión que se decidieron entre 2015 y 2016 para ejecutar el sorpasso fallido al PSOE, los socialistas son incapaces de ilusionar a un electorado que prefiere irse a la abstención y esperar al tsunami de las derechas. Podemos ver la lección andaluza repetirse en todo el país, mientras nadie parece capaz de frenar la apatía ciudadana que John Carlin percibe en torno al Brexit en Reino Unido y que en España se percibe ante el próximo ciclo electoral.

Ésta es la lectura que se ha comenzado a filtrar desde los diferentes territorios, quizás en un intento de minimizar las celebraciones de Ferraz ante el colapso de Podemos, con invitación expresa a Errejón para que se integre en el PSOE: «nuestro partido es la gran casa de la izquierda. Aquí ha entrado mucha gente a lo largo de los años. No sé lo que tiene en mente Iñigo Errejon, pero en este partido las puertas están abiertas».

Sea como fuere, el mensaje de prudencia ante la situación interna de la formación morada también ha llegado a La Moncloa: Con un Podemos roto y debilitado internamente, el trabajo realizado para destensar el conflicto catalán, con la seducción cada vez más evidente de ERC, es inútil e incluso perjudicial para los intereses de los barones socialistas, como se evidenció en Extremadura con la petición de la aplicación del art. 155 de la CE de nuevo mientras en el proyecto de PGE del Gobierno se destaca especialmente la partida que recibiría Cataluña.

Con este combo, Sánchez debiera comenzar a asumir que será imposible revalidar una mayoría similar a la de la moción de censura que le hizo convertirse en presidente del Gobierno, lo que deja todo el espacio abierto a Casado para explorar una alianza a la andaluza más o menos permanente, a la espera del desgaste natural que llegará a VOX entre su electorado más efervescente.

Podemos se desintegra en una lucha personal

Este lunes, Iñigo Errejón anunciaba que dejaba su acta de diputado para centrarse en el proyecto que ha decidido liderar junto a Manuela Carmena en Madrid. Tras explicar su decisión en La Sexta (no podía ser menos) el sábado por la noche, se ha constatado la ruptura interna y pública en Podemos entre las corrientes que vencieron en Vistalegre II -que tachan de traición el movimiento de Errejón- y las que, de una manera u otra, han permanecido agazapadas a la espera de un momento más propicio.

El anuncio de Errejón, que en el momento de elaboración de este post se definía como militante de Podemos, ha permitido cristalizar el enfrentamiento entre los «pablistas» (en horas bajas de reputación por la compra del chalet en Galapagar) y la oposición de todos los que, en algún momento, tuvieron algún conflicto directo con Pablo Iglesias, dato que se vuelve a explicar por la conexión personal que muchos de ellos mantuvieron hasta 2016. También se encuentran entre los que empujan a Errejón muchos de los que en su día abandonaron IU para conformar las listas de Podemos ante la evidencia de que IU no podía ser ni el presente ni el futuro de la izquierda en España.

Viñeta de Gallego y Rey en elmundo.es

Como apuntábamos hace unos días, el proyecto ha durado exactamente cinco años y, en estos momentos, y a pesar de la buena voluntad que los cercanos a Errejón muestran en las redes sociales, está más cerca de desintegrarse que de poder insuflar ilusión a un electorado que cada vez parece más desconectado de las pugnas personales de dirigentes que parecen más interesados en organizar su propio futuro profesional que de conectar con una realidad en el que crece la desigualdad y, sobre todo, la falta de perspectivas.

C’s, a la espera de lo que digan las urnas

Desde hace unos meses, el partido de Albert Rivera muestra cierto interés por mirar hacia el centro ideológico, consciente de que al final la contienda electoral se mide en ese sector del electorado. Las negociaciones de Andalucía han añadido cierta incertidumbre a ese viraje, esperado en términos de estrategia electoral, que se puede explicar desde la necesidad de empujar a un cambio de gobierno tras 36 años de hegemonía del PSOE. Su intento de no acercarse demasiado a la onda expansiva de VOX certifica la estrategia de la formación morada en estos momentos, a la espera de abrir un abanico de negociaciones en mayo tanto con el PP como el PSOE en función de sus necesidades.

En este punto de la legislatura, y a pesar del acercamiento del PSOE a los partidos independentistas catalanes y de las palabras gruesas de Albert Rivera contra Pedro Sánchez por negarse a adelantar las elecciones generales, no se puede descartar en absoluto una relación más fluida entre ambos partidos por pura supervivencia. Los resultados de los comicios de 2015 y de la repetición del 26J de 2016 mostraron que la política necesitaba cintura para la negociación con otras fuerzas políticas por la propia fragmentación del electorado, una tendencia que no se va a corregir en las próximas citas electorales.

En ese punto, y con la implosión de Podemos, C’s aparece como la fuerza política mejor colocada para negociar programas y políticas concretas, una vez asumido que, a pesar de lo que arrojen políticas concretas, no existen grandes diferencias entre los diferentes partidos en asuntos como el modelo económico, el modelo territorial o el papel de España en una escena internacional que, simplemente, ignoramos a pesar de su influencia.

CODA. Cartel difundido por el PP en su cuenta oficial de Instagram. No se puede añadir nada más:

Acerca de llegalaultima

Politóloga y periodista en transición
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