28A: El PP se presenta como «Garantía para España, siempre»

España es la palabra fuerza que los principales partidos esgrimen durante la precampaña electoral. Tras el pistoletazo de salida del PSOE, que extiende «La España que quieres» en formatos como Spotify, dirigido a atraer el voto de los menores de 35 años, que son los que más usan la aplicación, el PP presentó «Garantía para España, siempre», con Pablo Casado y su sonrisa permanente como protagonistas indiscutibles de la cartelería.

Los sondeos sobre estimación de voto publicados no son buenos para Génova; tampoco los estudios no publicados que apuntan a un desplome del PP, que rondaría el 20% de la representación, con C’s como tercera fuerza pero en caída libre tras las decisiones adoptadas por la formación en las últimas semanas, es decir, desde su foto en la Plaza de Colón. A partir de ese momento se han sucedido los anuncios de que establece un cordón sanitario respecto al PSOE -pero no en relación a VOX- desde el 29 de abril, el reclutamiento de caras conocidas del PSOE -desde Joan Mesquida a Celestino Corbacho– o el salto de Inés Arrimadas desde Cataluña a Madrid.

De acuerdo con los datos publicados, el PSOE se desmarca como primera fuerza y entra en caladeros de votos abandonados por C’s en el centro y por Unidos Podemos en la izquierda, muy desaparecido en esta precampaña en comparación con lo que hicieron entre 2014 y 2016. La formación morada y VOX competirían por la cuarta posición, a la espera de lo que ocurra cerca de C’s, con la formación de ultraderecha como la organización en ascenso gracias a actos como el que reunió a cientos de jóvenes en Madrid.

Es importante este contexto para entender la estrategia de campaña del PP, con ataques al Gobierno y al PSOE pero con mensajes diarios para que los electores de centroderecha entiendan que la fragmentación del voto perjudica a los partidos en liza en las circunscripciones que reparten menos escaños (y que al final son las que ayudan a desequilibrar la balanza). Casi tres décadas después de la reunificación de la derecha por parte de José María Aznar, el PP tiene todas las papeletas para sufrir en sus propias carnes los efectos de la aplicación de la Ley D’Hondt cuando hay competidores ideológicos, es decir, lo que le viene sucediendo al PSOE con la competencia de IU (y nacionalismos periféricos de izquierdas) y, a partir de 2015, con la competencia directa de Unidos Podemos.

En consonancia con la apelación al voto útil por parte del PP, Javier Maroto presentó el lema, dirigido especialmente a remarcar que en su competición con C’s y VOX, el PP es el único partido «que ha gobernado, que tiene experiencia y que lo ha demostrado». Maroto acompañó la presentación con el cartel principal, con similitudes a la cartelería de la campaña del PSOE de José Luis Rodríguez Zapatero en las elecciones generales de 2008. La resolución de la idea no tiene nada que ver, lo que explica que esta imagen haya desaparecido prácticamente de comunicación en redes de los populares desde hace una semana, lo que consideramos un acierto.

La imagen elegida de Pablo Casado, un líder en general fotogénico aunque con cierta tendencia a exagerar la sonrisa, no podría haber sido peor: En mitad de acusaciones de que Casado representa el neonconservadurismo, sobre todo en relación a las mujeres, el PP opta por situarlo en un contexto muy lúgubre. Así, sobre un escenario rodeado de tonalidades oscuras y sombras (como las que sirven para vislumbrar a un público rodeado de tonalidades azules), resalta la figura de un Pablo Casado iluminado, que desde la derecha mira hacia el infinito sonriente.

Esta vez se le sitúa de perfil, levemente ladeado, de manera que se puede ver su ojo izquierdo, y resaltan dos rasgos físicos: Por un lado, las arrugas que se le dibujan en el cuello y que concluyen con papada, una imagen extraña en el líder del PP que suele demostrar estar en buena forma; por otro, los surcos en su rostro a pesar de su juventud (38 años), un truco que se se suele utilizar para trasladar la idea de experiencia. En este caso, la edad del propio Casado provoca que chirríe el objetivo y la resolución.

Como siempre, el líder del PP viste de manera muy sobria, algo que todavía contrasta más con su juventud: traje oscuro, camisa clara (¿blanca, azul celeste?) y corbata azul oscura. Ni un espacio para la improvisación en la vestimenta, por lo que traslada la asimilación del modelo tecnócrata, serio, que va acorde al lema de la precampaña y con el tono discursivo elegido por Génova para realizar oposición a Pedro Sánchez. De nuevo, la apelación a la figura del padre (de acuerdo con las teorías de George Lakoff), a la disciplina y al orden, algo que contrasta todavía más si se tiene en cuenta el tono optimista de la precampaña socialista y que se parece al «Motivos para creer» zapaterista.

El PP vuelve a prescindir de sus siglas tradicionales y prefiere resaltar «Populares» sobre lo que parece la parte superior de un corazón co nlos colores de la bandera de España. Las siglas del partido se sitúan justo debajo del presidente del PP, lo que proyecta la idea de un partido unido en el que hay traslación directa entre lo defendido por Casado y lo defendido por el partido a puerta cerrada. Este detalle tiene importancia en las imágenes en las que se sitúa a Casado escorado a la izquierda (ver CODA); en esos casos, las siglas del partido también le acompañan en la parte inferior de la imagen.

En lo que se refiere a la precampaña de los dos grandes partidos, estamos ante una dicotomía entre una idea de España en positivo o el marco de que estamos en una situación grave en la que se juega nada menos que España, una apelación que tiene mucho que ver con el conflicto catalán y la irrupción de VOX. Eso explicaría la tonalidad oscura del cartel, rozando lo lúgubre. Sin embargo, en ese marco que se quiere trasladar al electorado chirría la sonrisa exagerada del líder del PP, sobre todo cuando se explica que la idea que se quiere trasladar es la de un líder serio de un partido de gobierno, en el que se puede confiar.

La elección de un Casado sonriente se circunscribe más a una campaña por la reelección de una persona ya de sobra conocida por un electorado que le ha dado ya su confianza. Los datos demoscópicos, de nuevo, vuelven a señalar que hay una distorsión entre la lectura del escenario político en estos momentos y el planteamiento de una campaña que parece la de un partido ganador. A menos de dos meses de las elecciones generales, ningún sondeo recoge que el PP pueda ser primera opción.

CODA. Desde la presentación oficial, apenas se ha usado el cartel de precampaña de forma oficial; el PP ha preferido sustituir esa imagen por otras de Casado mirando de forma similar desde la izquierda, con una sonrisa menos exagerada y las mismas arrugas en el cuello y el rostro.

CODA 2. Ésta fue una de las imágenes que el PSOE utilizó en la campaña electoral de 2008, con Zapatero como el protagonista indiscutible del «Motivos para creer». Destacamos esta imagen de esa campaña la similitud en el planteamiento con lo que el PP ha querido trasladar, con idéntico plano de líderes e idéntico planteamiento en relación a dónde dirige su mirada. Con esta comparativa, no hace falta incidir en los errores del equipo que acompaña a Casado:

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Acerca de llegalaultima

Politóloga y periodista en transición
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