Este 8 de marzo, el movimiento feminista ha vuelto a llamar a la huelga y a la movilización como culminación de una semana en la que la lucha por la igualdad de las mujeres ha vuelto a ser uno de los asuntos principales sobre los que ha pivotado la agenda política y mediática. Se confirma que España prolonga su interés por el feminismo, sobre todo desde una perspectiva liberal, centrado, sobre todo, en la igualdad dentro de un sistema político y económico asentado y no especialmente cuestionado. Es decir, volvemos sobre los pasos de un feminismo que ha prescindido totalmente de los debates sobre la clase social o las consecuencias del capitalismo para las mujeres, con los argumentos recurrentes de figuras como Ana Botín o el anuncio de que la reina también hará huelga este 8 de marzo (?).
Con la doctrina sobre la mesa, este año, la reivindicación por la igualdad real tendrá que analizarse en España con el calendario de las elecciones generales muy presente. Y es que, tras el éxito de la movilización feminista, hace un año, casi ningún partido político quiere quedarse fuera de juego o trasladar la imagen de que sus postulados ignoran a las mujeres o van contra ellas, de manera que la manifestación, que se prevé multitudinaria, puede ser el acto más potente de la precampaña de las formaciones políticas que aparezcan detrás de la pancarta.
Lo ha leído perfectamente el PSOE cuya dirección, a diferencia de lo que ocurrió hace un año, se ha volcado en la huelga y la movilización. La gran duda, en estos momentos, es saber si Pedro Sánchez acabará liderando la representación socialista en la manifestación con la que se pondrá fin a la movilización del 8 de Marzo e impulsará una campaña electoral en la que el viento parece soplar a favor de los intereses de Ferraz.
La agenda electoral lo marca todo y, a mes y medio de las elecciones generales, el PSOE es el partido llamado a capitalizar la movilización del 8 de marzo como un acto político más en una campaña en la que todo parece irle a favor. Por si quedaba alguna duda, ahí está la práctica desaparición de IU y de las confluencias o el enésimo error no forzado de Unidos Podemos, que este miércoles se descolgó con un tuit para recordar la vuelta a la primera línea de Pablo Iglesias el 23 de marzo tras dedicarse los últimos meses al cuidado de sus hijos.
El tono del tuit -que resaltaba la vuelta de Iglesias de lo que parece ser un mundo de oscuridad, cargándose todo el mensaje positivo y simbólico que tenía que un líder político se acogiera a su derecho de disfrutar de su paternidad- y la manera de plantearlo, con un Iglesias reapareciendo entre las masas cual mesías, fue tan inapropiado que Unidos Podemos decidió borrar el tuit, con disculpas de Pablo Iglesias incluidas. Un error no forzado más que apunta a un sesgo en cómo se afronta la igualdad y el feminismo desde la formación morada; conviene recordar la imagen con la que Podemos impulsó la movilización feminista hace un año, en la que la organización se volcó durante semanas, y que volvió a centrarse en la proyección de sus líderes masculinos.
El tuit de Unidos Podemos, que en estos comicios acudirá bajo el nombre de Unidas Podemos, puso en evidencia la dependencia del proyecto del liderazgo de Iglesias, sepultó el simbolismo de la decisión adoptada por Iglesias (muy criticada por su desaparición con la cercanía de las elecciones) y, de paso, enmendó las declaraciones de Irene Montero en relación a un relevo femenino en la dirección en el futuro. Y volvió a dejar todo el espacio abierto para que el PSOE destaque como un partido cercano a las reivindicaciones de las mujeres, algo que, por otra parte, ha sido una constante desde la época de José Luis Rodríguez Zapatero. Si tenemos en cuenta los datos difundidos GAD3 a propósito del sexo como sesgo de intención de voto, queda claro lo que se juega el PSOE en la movilización de las mujeres de cara al 28 de abril.
En este sondeo, por cierto, se recoge que el 53.3% de las mujeres votaría por el PP, dato llamativo si se constata a diario la posición oficial de Génova ante todo lo que huela a mujeres (feminismo, derechos laborales, aborto, igualdad), que suele circunscribir en un feminismo de izquierdas heredero de la doctrina del «todo lo que no me gusta es ETA». En el arranque de la semana, el PP, que el año pasado vendió que las mujeres de la organización harían una»huelga a la japonesa», anunció su presencia en la manifestación, presencia luego descartada por la politización del manifiesto que se leerá.
Las palabras de Pablo Casado, en la víspera del 8 de marzo, resume perfectamente la posición que ha exhibido al respecto, sobre todo desde que fue elegido presidente del PP: «Tengo una hija y un hijo. No quiero vivir en un país en el que se enfrente a mi hija con mi hijo. En el que se manifiesten las mujeres, haya un color de las mujeres y reivindicaciones de las mujeres que se contrapongan a las de la otra mitad del mundo». Y, de paso, comete un error de principiante en estrategia política y electoral al intentar movilizar a su electorado más conservador (que hoy ya está en VOX) con un argumento que puede ser fácilmente contrarrestado por su adversario político, al menos en este momento de la partida por alcanzar el Gobierno de España.
De esta manera, el PP se suma al desmarque oficial y ya anunciado de VOX, que ha aprovechado el foco en la movilización feminista para situar su marco habitual, a la espera de los réditos electorales del 28A: «Celebramos ser mujeres los 364 días al año; todos menos el 8 de marzo, que trabajaremos más que nunca para reafirmarnos en el poder de nuestra independencia y nuestra libertad (…) Soy mujer y quiero liberarme de vuestro burka ideológico, que pretender imponeros una doctrina totalitaria», defendió Rocío Monasterio.
#LasComunicadorasParamos
Igual que ocurrió hace un año, el sector de la comunicación se ha vuelto a movilizar de cara a la huelga convocada. Como ejemplo, este spot en el que aparecen periodistas de los diferentes grupos mediáticos, con un papel especial de las caras más conocidas de los programas informativos de cabecera de las diferentes cadenas.
CODA. El presidente de la Generalitat valenciana, Ximo Puig, anunció el adelanto de las elecciones autonómicas de la Comunidad Valenciana al 28 de abril para hacerlas coincidir con los comicios generales. Puig, que habría tomado la decisión en contra del criterio de Compromís, quiere aprovechar la ola a favor del PSOE que apuntan todos los sondeos sobre estimación de voto, que recogen una fragmentación del voto de centroderecha que podría inclinar la balanza a favor del partido que obtenga más votos en la mayoría de las circunscripciones.
En clave interna, el adelanto electoral anunciado por Puig, vinculado a la candidatura de Susana Díaz, replantea el equilibrio territorial en el sistema de alianzas que se plasmó durante las primarias del PSOE. Hay quien considera que el presidente valenciano estaría ejecutando un acercamiento a las posiciones del sanchismo, lo que explicaría las críticas de Emiliano García-Page, que ha arremetido contra el adelanto electoral porque considera que, con el foco puesto en la renovación de las Cortes, se hurtará al electorado valenciano del debate sobre los problemas de su CCAA.
Las cicatrices en el PSOE, por cierto, han vuelto a abrirse esta semana con la elaboración de las listas electorales, en las que Ferraz ha impuesto a buena parte de los ministros del Gobierno en los puestos de salida de las candidaturas del partido por territorios (con hechos destacados como la presencia de hasta cuatro ministros en la lista del PSM o las fricciones con el PSOE-A por la negociación de las listas andaluzas) y con el abandono del partido de Soraya Rodríguez por discrepancias con la relación del partido con el independentismo. El anuncio de su abandono ha suscitado las críticas de dirigentes vinculados a Sánchez y de veteranos como José Blanco; también el rumor de que C’s podría estar interesado en ficharla como candidata al PE.
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