Es posible que estemos a punto de afrontar la campaña de unas elecciones generales más cómoda para el PSOE desde la década de los ’80, un escenario al que están contribuyendo las principales fuerzas políticas con un entusiasmo sorprendente. Eso, y la ausencia de errores graves por parte de la candidatura de Pedro Sánchez (más allá de laminar a los partidarios de Susana Díaz de las listas del Congreso y el Senado), le sitúan claramente por delante del resto de adversarios, de acuerdo con los datos de los sondeos sobre estimación de voto publicados (en los que no se publican, la distancia respecto al segundo es mayor). A un mes de las elecciones, todo hace pensar que que la tendencia irá a más.
Como viene sucediendo en España desde hace décadas, el avance del PSOE se explica, sobre todo, por los errores no provocados que está protagonizando el resto de fuerzas políticas: Desde la desaparición mediática de Unidas Podemos salvo para hablar de las nuevas rupturas en Galicia al manejo de discursos que no permiten ganar ni un solo voto a sus protagonistas (como la propuesta sobre los hijos de las inmigrantes en situación irregular embarazadas). Y todo ello desde el planteamiento de una campaña como fuerza perdedora, con el objetivo único de no tocar suelo electoral para poder mediar entre socios de cara al futuro, pasando por la política de fichajes como cabezas de lista de las distintas fuerzas políticas, en un intento de ganar un titular.
Ahí encontramos, en C’s, al abogado del Estado apartado por Sánchez por diferencias respecto al procés o a ex vicepresidente de Coca-Cola cara visible del ERE que aprobó la compañía en España. En el PP, la novedad ha sido la desaparición de los nombres vinculados al marianismo de la lista de Pablo Casado, con la recuperación de nombres como el de Cayetana Álvarez de Toledo, diputada por el PP en dos legislturas y de las que nadie recuerda más que su protagonismo en los medios vinculados al sector más conservador. Génova se ha empleado en difundir este fichaje junto al del periodista Pablo Montesinos o el padre de la niña Mari Luz, asesinada en 2008, que será número 1 del partido por Huelva en la lista al Congreso.
Viñeta de Manel Fontdevila en eldiario.es
VOX, por el momento, sigue sacando petróleo de personas muy vinculadas al sector neocon del PP, como Ignacio Gil Lázaro, o la elección de tres militares en la reserva como cabezas de lista, aparentemente inmune a las noticias negativas que se publican sobre su organización. Su éxito, por el momento, se centra sobre todo en su campaña de comunicación en redes sociales públicas y Whatsapp, además de por ofrecer productos atractivos para los programas de información general (especialmente en TV).
Ahí se enmarcan las entrevistas a Bertrand Ndongo, un camerunésque defiende muchos de los postulados ideológicos del partido, o ejemplos de astroturfing (es decir, campañas pagadas de relaciones públicas en ámbitos de propaganda electoral que pretenden dar impresión de espontaneidad). Un ejemplo, cazado por Mariluz Congosto (@congosto) en Twitter, que constituye un ejemplo más de cómo hay partidos que están pagando anuncios de supuestos votantes indicando que votarán a sus siglas pese a tener una biografía a priori contrapuesta a lo que defienden a diario sus líderes o simpatizantes.
Una campaña de perdedores
Es un hecho que el PP siempre ha encontrado muchas dificultades para encontrar socios de gobiernos dentro y fuera de las Cortes Generales. Su posición de partido hegemónico en el centroderecha, unido al abrazo de un discurso muy centralista y españolista, tuvo como consecuencia la dificultad de poder acordar con otras fuerzas políticas. La negociación de la investidura de Mariano Rajoy y sus últimos PGE, que sirvieron de antesala para la moción de censura, apoyan la tesis de que los populares sólo logran tocar gobierno cuando movilizan a sus bases electorales (y cuando la izquierda se queda en casa).
Las elecciones de 2015 y 2016 sirvieron de banco de pruebas para la reacomodación del PP a un tiempo político en el que comenzaba la competencia por el centroderecha; el protagonismo de C’s, desde el referéndum del 1 de octubre, desplazó la competición a la derecha, tendencia pronunciada desde que la irrupción de VOX se traduce en un trasvase del voto más escorado a la derecha del PP. En la práctica, las bases electorales antes vinculadas al PP casi de forma patrimonial están muy movilizadas aunque fragmentadas; tras la sorpresa de Andalucía y la competición en el centroderecha, los protagonistas han logrado movilice el electorado de izquierdas, que volverá a acudir con la nariz tapada el 28A para evitar que se reedite la imagen de Colón.
Es posible que las bases del PP pensaran en Pablo Casado como la persona idónea para frenar la sangría de votos que entonces los sondeos detectaban hacia C’s: Hombre, joven, desconocido por el gran público pese a llevar toda su vida en cargos del partido, con buenas relaciones con el PP de Aznar y el de Mariano Rajoy. Seguramente, nadie pensó que les saldría un competidor directo nacido de las propias entrañas del partido, una propuesta política que les estaría haciendo ya daño en las circunscripciones que reparten menos escaños y que se mide en la pérdida de un millón de votos desde que Casado fue elegido presidente del partido.
Ante la amenaza, la propuesta, y es ahí donde el PP sorprende con una campaña errática en la que los lunes, miércoles y viernes se juega en el campo ideológico de VOX, al que se pide que no se presente en las provincias menos pobladas, mientras los martes y jueves trata de ser la principal fuerza del centroderecha (y ahí se lee el fichaje de Cayetana Álvarez de Toledo como cabeza de lista de Barcelona) y los fines de semana trata de exportar la imagen de un líder familiar, con entrevista a una revista de moda incluida, con un perfil muy conservador si se tiene en cuenta su edad.
Ante el fracaso estrepitoso que se puede plasmar la noche del 28A, cuadros medios y dirigentes (purgados en las listas de Pablo Casado o no) han comenzado a manifestar su preocupación en los medios ante la estrategia de Génova, que ha decidido regalar el centro político -que disputarán PSOE y C’s- para amarrar un suelo electoral aceptable de cara a las elecciones de mayo y, sobre todo, al cuestionamiento del liderazgo de Casado que se planteará a partir de junio.
En este contexto hay que leer las declaraciones del cabeza de lista del PP al Ayuntamiento de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, que se ha ofrecido a los madrileños como «la única garantía de poner de acuerdo a Ciudadanos y a Vox». En línea con la petición explicitada por Casado la semana pasada a VOX, que habla sobre todo del miedo del PP a que la entrada de la formación de Santiago Abascal en su granero de votos sea importante, el dirigente popular se apunta a la idea de una campaña electoral en la que su partido parte como fuerza perdedora frente a Manuela Carmena (en Madrid) o al PSOE (en los comicios generales), lo que explica por sí solo el estado de ánimo que existe en estos momentos en Génova.
Con un PP que ya se ve como segunda fuerza (en el mejor de los casos), se van despejando incógnitas respecto al 28A. Por un lado, el apoyo que susciten finalmente C’s y VOX, apoyo que reconfigurará la fragmentación en el centroderecha de forma similar a la que se vivió en 2015 con la aparición de Podemos y que será el inicio de la ola que se volverá a perfilar el 26 de mayo en las elecciones autonómicas, municipales y europeas. Por otro, la propia dimensión del desastre de Unidas Podemos, que sigue sin acertar con la tecla que les enchufe a la campaña electoral. Y, por último, la capacidad de recuperación de un PSOE que puede acercarse a los 150 escaños, sobre todo si la campaña electoral sigue en un tono tan marciano como el que se registra en estos momentos.
CODA. Sondeos sobre estimación de voto publicados hasta el momento de elaboración de este post. Recomendamos, además, que se vean los detalles del sesgo por edad que publican Celeste-Tel y NC-Report porque aportan tendencias que permiten hacer también proyecciones futuras.
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