Spot electoral de Ciudadanos, hecho público este lunes, con una triple mensaje: Ataque directo a Pedro Sánchez (no en vano se titula «Pedro, nosotros no venderemos España»), a la espera de que se materialice el trasvase de votos entre ambas fuerzas; promesa de que la formación naranja nunca pactará con el independentismo catalán; y crítica velada a la influencia de los partidos nacionalistas catalanes en el país desde el último gobierno de Felipe González (con ejecutivos del PSOE y del PP, que parece ser la bestia negra de un C’s que no deja de lanzar mensajes de unidad a los populares que son sistemáticamente despreciados por Génova).
El vídeo se sitúa en línea con el tono de la campaña de Ciudadanos, que plantea como leit motiv sumar con el PP (y VOX, aunque este último punto no se explicite demasiado) para impedir que Pedro Sánchez vuelva a ser presidente del Gobierno. Se parte del supuesto de que los socialistas tratarán de buscar todos los apoyos necesarios de las fuerzas políticas que apoyaron la moción de censura contra Mariano Rajoy, y es ese supuesto el que sirve de artillería para los argumentos electorales de esta fase de una precampaña que no está funcionando especialmente bien. C’s sigue bajando en los sondeos publicados desde comienzos de año hasta el 14.6% de promedio de la última oleada analizada.
Quizás por este motivo, estos días, un omnipresente Albert Rivera llegó a hablar de «emergencia nacional» evitar que el PSOE pueda reeditar una mayoría parlamentaria suficiente para volver a La Moncloa, dato que no parece descabellado a tenor de los últimos sondeos sobre estimación de voto publicados. Inés Arrimadas, por su parte, insiste en esa tesis con mayor o menor acierto, como ocurrió en el debate a cinco que protagonizó con otras candidatas del resto de formaciones con implantación estatal (en el que volvió a demostrar que debatir, precisamente, no es lo suyo).
En cualquier caso, C’s apoya los argumentos de sus cabezas de lista con un vídeo efectivo, bien rodado, de una duración adecuada (menos de un minuto), ambientada en el próximo mes de mayo, cuando hayan pasado las elecciones generales, en un despacho en el Palau de la Generalitat, en el que esperan tres personas identificadas con el independentismo (las tres portan el lazo azul símbolo del apoyo a los políticos independentistas presos).
Las tres se posicionan delante de un telefóno de mesa que permanece en silencio, mientras se escucha sólo el tic-tac de un reloj, sonido que se apoya en la imagen de uno de los protagonistas del spot mirando el suyo. Durante la espera, se superponen planos de los ojos de los protagonistas, además de primeros planos de las gafas o de una mano que no deja de tambarilear sobre la mesa, a la espera de que se produzca la llamada esperada.
El diálogo, rodado en catalán subtitulado, empieza cuando la mujer presente en la sala confirma que un Albert Rivera, hipotéticamente con opciones de ser presidente del Gobierno, no llama a Cataluña para pedir el apoyo del Govern a su investidura. Este giro, que entendemos que tiene más que ver con la vinculación de los miembros de gobierno de la Generalitat con las formaciones independentistas, acaba con una maldición por parte de la persona que preside la mesa (Me cagüen todo), que ni siquiera se toman la molestia de subtitular porque se entiende perfectamente.
Y deja en el aire un momento de incertidumbre por parte de los políticos catalanes, que admiten que no saben qué hacer ante la evidencia de que Rivera, en Madrid, no les necesita. Es en este momento cuando se desvela el mensaje último del vídeo, dirigido expresamente a Sánchez («Pedro, nosotros no venderemos España») pero que tiene como destinatario a sus propios votantes, muy críticos con las negociaciones entabladas entre Madrid y Barcelona a cambio de apoyo político en el Congreso de los Diputados desde los tiempos de Felipe González y José María Aznar.
Y lo hace llamando al líder socialista por su nombre, quizás como un guiño a la relación de confianza que Sánchez y Rivera tuvieron durante la negociación de la investidura del líder del PSOE en la primavera de 2016 y que acabó con una ruptura, aparentemente irrecuperable, con la negociación de la moción de censura de Rajoy. De paso, sitúa a los hipotéticos líderes catalanes en una situación comprometida: sin influencia en Madrid, les tocaría prestar atención a Cataluña para resolver los problemas de sus ciudadanos, mensaje que se contradice con la decisión de la formación naranja de enviar a su líder, Inés Arrimadas, como candidata al Congreso de los diputados.
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