Los primeros sondeos publicados tras las elecciones generales, y con la resaca de los comicios de mayo, confirman la tendencia: Los partidos tradicionales recuperan posiciones en un contexto de fragmentación política que se mantiene a pesar de las dificultades. Con el foco puesto en Unidas Podemos y, sobre todo, C’s por sus respectivas estrategias en relación al reparto de poder tras el ciclo electoral, los sondeos sobre estimación de voto recogen un desgaste de la marca de los nuevos partidos políticos, con diferentes puntos de partida.
Por un lado, hay que hablar de C’s y de una singular crisis interna por la posición defendida, precisamente, por su líder, una estrategia que se ha saldado con el abandono de Manuel Valls, tras apoyar la investidura de Ada Colau en Barcelona, además de la dimisión de Toni Roldán y de otros cargos del partido en el resto del país, además de las críticas públicas de otros destacados miembros de la dirección. El motivo, el cordón sanitario impuesto por Albert Rivera, y respaldado por la dirección de C’s, a pactar con Pedro Sánchez una investidura, lo que ata al partido al presente y al futuro del PP.
Si tenemos en cuenta, además, que la debilidad del PP se sustenta en la emergencia de VOX, queda claro que estamos ante una estrategia en la que la formación naranja ha decidido postularse como una alternativa al PP en el centroderecha, tal vez, en los próximos años, una estrategia que hoy pasa por sentarse a negociar con VOX la formación de los gobiernos autonómicos pendientes (Madrid y Murcia), como guindas al pacto de gobierno alcanzado en otros niveles institucionales (Andalucía, Castilla y León y el Ayuntamiento de Madrid como principales referencias). A diario, los perfiles oficiales de VOX y C’s dejan sobradas muestras de un diálogo de sordos entre ambos, con agarrones en los que ya no se disimulan insultos.
Unidas Podemos comparte con C’s crisis interna, aunque por otros motivos. La lista de Pablo Iglesias permitió salvar los muebles en las elecciones generales de abril, algo que no sucedió en los comicios autonómicos y municipales del mes de mayo. Las urnas no permitieron maquillar el hundimiento de Unidas Podemos, que todavía se hizo más patente con la pérdida del Ayuntamiento de Madrid y la incertidumbre instalada en la CAM, en donde la lista de Angel Gabilondo fue la más votada aunque sin poder suficiente para evitar un acuerdo a tres del espectro de las derechas.
La resaca de las elecciones han vuelto a establecer la crisis como el estado perpetuo en la situación de la formación morada, un escenario que casa mal con la designación como cargo de confianza de candidatos que no consiguieron un buen resultado y con el abrazo del oso con el que el PSOE decidió emprender la negociación de la investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno.
Ferraz sabe que el tiempo corre en contra de los intereses de Unidas Podemos, en crisis permanente desde Vistalegre II y que, ahora mismo, se circunscribe a la posición defendida por Iñigo Errejón y la corriente que lidera, a la espera de confirmar si da el salto o no a la política nacional en el caso de una repetición de las elecciones generales. Por el momento, el cabeza de lista de Ahora Madrid ha llegado a descartar la entrada de su partido en un hipotético gobierno de Gabilondo para convencer a C’s de que se abstenga, un movimiento que Iglesias hizo suyo también estos días.
Tras semanas exigiendo que en el próximo Gobierno haya ministros de Unidas Podemos, Iglesias dejó caer la posibilidad de no entrar en el Gobierno de cara a la segunda votación de la investidura de Sánchez, que se votará el próximo 22 de julio, para evitar una repetición de los comicios generales que serían mortales para la formación morada, hoy condenada a ser la muleta de apoyo del PSOE.
El PSOE saca 14 puntos al segundo
Los sondeos sobre estimación de voto confirman que los partidos que en su momento encabezaron la nueva política no pasan por su mejor momento, lo que se traduce, a su vez, en un refuerzo de las posiciones del bipartidismo tradicional. Este refuerzo es claro en el caso del PSOE, que aprovecha la fuga de votos detectadas en UP y, también, en C’s, que aleja la posibilidad de sobrepasar al PP como primera fuerza en el centroderecha. Por su parte, los populares aprovechan la caída en las expectativas de VOX, un dato que vendría a refrendar la posición de fuerza de Génova durante la negociación de la composición de los ayuntamientos, negociación en la que C’s no destacó precisamente por su visión.
De acuerdo a los datos publicados a lo largo del mes de junio, el PSOE subiría al 32.16% de estimación de voto (31.3% si eliminamos el sesgo del CIS, mucho más pronunciado en el barómetro publicado este miércoles). El bloqueo institucional, que recuerda mucho al que vivimos en 2016 con Mariano Rajoy como candidato a la investidura, parte del supuesto de que una repetición de las elecciones generales ampliaría la distancia de los socialistas respecto al segundo competidor: Gana en un par de meses 3.48 puntos y su líder, Pedro Sánchez, se proyecta como el mejor valorado.
Este análisis obvia, quizás conscientemente, el aumento de la abstención, sobre todo por electores que ya fueron en abril a votar con la nariz tapada con el argumento de parar al fascismo y que el sanchismo reforzaría su poder a costa de la caída de UP, lo que dejaría todo en manos de que el reparto de poder con la aplicación de la LOREG amplificara la posición de los socialistas como primera fuerza.
Todos los sondeos publicados (excepto Simple Lógica y el CIS) apuntalan cierta recuperación del PP, que se movería en torno al 17.78% (19.06% si obviamos el dato del CIS), con cierta recuperación respecto al batacazo del 28A tanto en relación con el PSOE como, sobre todo, respecto a C’s, que aleja la posibilidad de sorpasso. Los populares ganan 1 punto respecto a abril (+2.36 si descartamos al CIS) y, sobre todo, aparecen como el árbitro moderador de las tensiones exhibidas en público por C’s y VOX, que aprieta estos días con retirarse de la negociación del gobierno de la CAM si no se habla de reparto de cargos.
C’s se movería en torno al 15.8%, un dato que confirmaría que el 28A tocó techo electoral y que, por el momento, existe poco margen de maniobra. Este escenario, en sí mismo, aventura la primera dificultad de la formación de Albert Rivera, que ya no pasa por ser el líder mejor valorado (ver datos del CIS o de Simple Lógica) y al que muchos de sus partidarios colocan ahora como parte del problema que atraviesa la formación. El tiempo dirá si la estrategia emprendida por el partido es la correcta o no; por el momento, queda manifiestamente claro que C’s ya no pretende disputar el espacio del centro ideológico y que, tal y como hemos visto estos meses, prefiere entrar en la zona que, hasta ahora, era territorio natural de los populares.
Las cosas tampoco pintan bien para los intereses de UP, que caería al 13.4% de estimación de voto (-1 punto respecto a su último resultado en las urnas), con el liderazgo de Pablo Iglesias totalmente achicharrado como evidencia actitudes como la de equipo negociador del PSOE, que hace semanas dejaba caer la posibilidad de negociar finalmente un gobierno de coalición pero sin Iglesias sentado en el Consejo de Ministros.
El fenómeno VOX también sufre cierto desgaste, sobre todo en relación a sus resultados en las elecciones generales. El partido que lidera Santiago Abascal, muy desaparecido de los focos de los medios durante estas semanas, caería al 7.4% de estimación de voto, casi -3 puntos en relación a su representación actual aunque todavía por mayor proyección que la registrada en las elecciones mayo. VOX se confirmaría, por lo tanto, como una opción con más potencia en términos nacionales que locales, a la espera de ver cómo se dirime la negociación de su posición en las investiduras pendientes. Estos días lidera la batalla cultural de la semana contra la reivindicación del Orgullo Gay.
CODA. Una muestra de las buenas relaciones que, en público, mantienen C’s y VOX desde sus perfiles oficiales en Twitter. En la práctica, con el PP mediante, ambos partidos comparten negociación y votos, como se puso de manifiesto hace unas semanas con los presupuestos andaluces.
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