El mes de julio ha reforzado demoscópicamente la impresión de que la próxima batalla en Alemania se medirá entre la CDU y los Verdes, que definitivamente sustituyen al SPD como la gran alternativa política a los conservadores y a lo que representan los gobiernos de coalición entre los partidos centrales del sistema político alemán. Aunque en el blog no hemos podido continuar la serie histórica, los sondeos publicados desde el pasado mes de mayo apuntalan la sustitución de la socialdemocracia por una alternativa política que, en estos momentos, conecta con el movimiento ecologista que ha rebrotado, sobre todo, en el continente europeos.
Los datos demoscópicos publicados a lo largo del mes de julio sitúan a la coalición verde en el 23.9% de estimación de voto media (+15 puntos respecto a las elecciones de 2017), con sondeos , como el de Infratest, que le sitúa empatado con la CDU en el 26% de la representación. Tras el sorpasso a los socialdemócratas, en las elecciones de mayo, en las que lograron un apoyo del 20,5%, los Verdes emergen como la formación de oposición a lo que representa la Gran coalición, con especial mención a la sangría de votos que vive el SPD, desnortado ideológicamente y también sin liderazgo, Andrea Nahles, tras el paso atrás que dio tras los resultados del partido en las elecciones europeas.
La CDU se movería en torno al 27.5% de estimación de voto (-5.4 puntos respecto a su representación actual), en lo que sería su peor resultado en las urnas desde la refundación del sistema político germano tras la Segunda Guerra Mundial. No ayuda a sus intereses la progresiva y esperada retirada de Angela Merkel de la primera línea política, en mitad de rumores sobre su estado de salud, ni la falta de empuje de su sustituta, que recientemente se ha convertido en ministra de Defensa del Gobierno de la Grosse Koalition.
Ya en otros niveles encontramos la resto de fuerzas del arco parlamentario. Por un lado, la ultraderecha, que sigue en plena competición con el SPD por ser la tercera fuerza política del país. AfD, que pulsará en estos meses su pujanza en las elecciones convocadas en el este del país, se movería en torno al 12.5%, un resultado casi idéntico al conseguido en 2017, con oscilaciones de estimación de voto entre el 11.5% (Allesbach) o el 14.5% (INSA), mientras que los socialdemócratas caen al 13.25%, con una tendencia a la baja en los sondeos publicados a partir de la segunda mitad del mes. En dos años pierde 7.25 puntos y profundiza su suelo electoral.
Ya en los escalones inferiores encontramos a los liberales, que se asientan en el 8% de la representación (-2.7 puntos), y Die Linke, que repta por el 8.3% a pesar de la sangría de votos que sufre el SPD. Queda claro, pues, que la izquierda no es la alternativa preferida del electorado en mitad de la debacle agónica de la socialdemocracia germana, que prefiere dar su confianza a un tipo de ecologismo liberal, partidario de reformar el sistema sin cambiarlo, de promover una sociedad más justa y sostenible sin cuestionar el libre mercado, con una política fiscal más laxa que conecta con las clases medias y funcionariales.