Consecuencias de un posible adelanto electoral

Desde hace unas semanas,  circula el rumor de un posible adelanto de las elecciones generales, previstas para otoño de 2015, a noviembre de este año o, como muy tarde, febrero de 2015. Sería un adelanto puramente táctico, habida cuenta del descalabro electoral que, respecto al PP, plantean los sondeos sobre intención de voto conocidos hasta el momento y tras la experiencia de las elecciones europeas.

Sin embargo, hoy sería aún la fuerza más votada en un Parlamento muy fragmentado que sería resultado de importantes movimientos en torno al electorado situado entre el centro y la izquierda, donde parece que todo está en construcción.

Un PSOE sin hacer

Los militantes del PSOE eligieron el pasado domingo a Pedro Sánchez como secretario general, una decisión que se ratificará, previsiblemente, en el congreso extraordinario que el partido celebra el último fin de semana de este mes de julio. Estos días, Sánchez evidencia el poder recibido (casi el 50% de los votos de las bases) y, digamos, la calidad del mismo (con el 60% del apoyo de la federación más potente, como evidenció la primera imagen pública del vencedor de las primarias, codo con codo con la presidenta de la Junta andaluza, Susana Díaz.

Durante estas dos semanas, Sánchez negocia la composición de la Ejecutiva y el Comité Federal, órgano que decidirá sobre uno de los temas polémicos que están sobre la mesa: la celebración de las primarias para elegir al cabeza de lista del PSOE al Congreso para el próximo mes de noviembre. Desde Andalucía (pero también desde otras federaciones), algunos barones se han sumado a la propuesta de Patxi López de celebrar las primarias después de los comicios locales y autonómicos de mayo de 2015.

El adelanto electoral, por lo tanto, pillaría al partido con el trabajo sin hacer en cuanto a las caras pero no respecto al programa electoral (que salió de la Conferencia Política). En ese caso, Pedro Sánchez, como secretario general del partido, seguramente sería elegido por el Comité Federal  -como en su día ocurrió con Alfredo Pérez Rubalcaba- como número 1 de la lista del PSOE. El compromiso de celebrar primarias, por lo tanto, se quedaría en el aire.

Si se celebraran elecciones en noviembre, probablemente se terminarían de purgar los malos resultados encadenados desde mayo de 2011, a la espera de  lo que pudiera ocurrir en las autonómicas y locales de 2015, en las que el PSOE no tiene mucho que perder (ya lo perdió todo en 2011). Los sondeos sobre intención de voto conocidos apuntan a un resultado catastrófico, lo que podría complicar la vida parlamentaria en el Congreso de los diputados, sobre todo si el resultado del PP también se aventura nefasto.

IU y su frente amplio

Una de las propuestas más significativas con las que IU afronta el próximo curso político es la constitución de un frente amplio de formaciones hermanas, una suerte de “frente popular” con la que esquivar el castigo que impone la circunscripción provincial en la aplicación de la Ley electoral español.  Esta propuesta se ha intensificado tras el relativo revés sufrido en las elecciones europeas (donde el partido probó dónde estaba su techo de cristal y supo que había un nuevo competidor en el partido) y son habituales los mensajes lanzados a Podemos, Equo y, en Cataluña, a Guanyem.

El adelanto electoral obligaría a presentarse a los comicios en sentido clásico, salvo que IU aceptara firmar un acuerdo con estas formaciones a toda prisa, como Francisco Frutos hizo en 2000 con el PSOE. Ya sabemos lo que ocurrió en aquella ocasión, en buena medida por la decisión de adoptar acuerdos endebles y que planteaban, sobre todo, aprovechar electoralmente la oportunidad (y no tanto aprovechar políticamente esas circunstancias). En este contexto, es probable que IU mantuviera su resultado de 2011 e incluso lo mejorara, pero confirmaría que ya no es la alternativa para liderar una oposición de izquierdas alternativa al PSOE.

Podemos o la experiencia de una candidatura sin estructura orgánica

Podemos se presentó en sociedad como una suerte de movimiento político con un líder muy claro, Pablo Iglesias, y la fuerza del movimiento asociativo y asambleario que cristalizó en grupos vinculados o derivados del 15M.

Tras dar la campanada en las elecciones europeas, en un ejemplo claro de cómo aprovechar las oportunidades que ofrecía la circunscripción única, Podemos asiste a un proceso de creación de estructuras políticas permanentes, las habituales estructuras orgánicas de los partidos políticos. Ya tuvimos conocimiento de las primeras desavenencias por el nombramiento del  grupo de trabajo encargado de organizar la asamblea constituyente y, desde entonces, el partido vive inmerso en no perder presencia pública ante los ataques directos de UPyD y, en los últimos tiempos, del PP, que habría manejado ese argumento como base para movilizar a los suyos.

Un adelanto electoral pondría a prueba la capacidad de Podemos de poder articularse como una opción política sin las estructuras clásicas de apoyo. Si tenemos en cuenta los sondeos sobre intención de voto, su resultado sería muy bueno, lo que a su vez podría abrir una fase nueva en la creación de organizaciones políticas representativas a partir del trabajo de los llamados círculos y de una presencia diaria en medios de comunicación y redes sociales, entendidas como foros donde influir sobre el “gatekeeper” o el líder de opinión.

UPyD: El partido menos afectado

UPyD también fue una de las formaciones que el 25 de mayo se enfrentó a  las consecuencias del resultado electoral obtenido: la formación ya no emergía como alto nuevo (ese lugar era ocupado por Podemos) y, aunque obtuvo un buen resultado, como IU, evidenció que tiene un techo electoral, sobre todo porque el espacio al que aspira ahora cuenta con un actor más (y eso sin mencionar a C’s).

Sería, probablemente, la formación a la que menos perjudicaría el adelanto electoral, ya que tiene su casa en orden (a nivel institucional y orgánico) y, por el momento, no hay síntomas de un relevo en la dirección del partido. Sin duda, mejoraría los resultados de 2011 y con total seguridad se confirmaría con un partido bisagra que podría apoyar determinadas posiciones de los partidos mayoritarios movida por la estrategia.

Con estos mimbres, repasemos las ventajas e inconvenientes para el PP de un posible adelanto electoral:

  • Mariano Rajoy no se ha expresado en torno a que ésta sea la única legislatura que pretende presidir. Tampoco ha dicho lo contrario y en su partido, no se vislumbran movimientos tendentes a relevarle de esa posición. De manera que sería el candidato del PP a la reelección, y eso a pesar de la sangría de votos y de su imagen, completamente quemada por ausencia de liderazgo político en favor de la figura del tecnócrata; por las sospechas de corrupción que salpica a su partido y a su persona; por haber incumplido su programa electoral sistemáticamente; por las medidas adoptadas para hacer frente a la crisis y que se ha traducido en recortes que han empobrecido a las clases medias, que en cambio ha visto cómo se premiaba el fraude fiscal con amnistías o la corrupción con falta de asunción de responsabilidades.
  • El PP tiene el trabajo hecho en términos orgánicos. Salvo los problemas larvados en determinados territorios (como hemos visto en el relevo de Euskadi y de Andalucía), la imagen que los populares ofrecen es la de un monolito con discrepancias en torno a asuntos concretos: la financiación y la manera en la que los recortes podrían minar las opciones políticas de muchos barones son los asuntos que con más asiduidad ha sido objeto de filtraciones de malestares autonómicos.
  • Las elecciones de mayo de 2015 se aventuran como el inicio de la travesía en el desierto de los ‘populares’, que viene de haberlo ganado absolutamente todo (excepto Andalucía y Asturias, dentro de las CCAA no históricas). Se baraja con que en mayo podrían perder Madrid y la Comunidad Valenciana, CCAA que actuaron como granero de votos del PP; también otras plazas como Murcia y se aventuran malos resultados en Canarias (por las prospecciones), en Euskadi (donde su poder sigue retrocediendo) y en Cataluña. También habría que prestar atención al efecto de la corrupción en los consistorios gallegos (sobre todo tras la experiencia en Santiago de Compostela).
  • Un adelanto electoral ahora devolvería a Rajoy la iniciativa política que no ha tenido durante toda la legislatura, sobre todo en un momento en el que Génova ha decidido que ha llegado el momento de comenzar a cumplir con determinados puntos de su programa electoral, como en relación a la bajada de impuestos (con matices) o algunos puntos ideológicos (como la reforma de la Ley del aborto o el conservadurismo que rezuma la Ley de seguridad ciudadana). Este otoño, además, comienza a aplicarse la LOMCE, otra de las medidas estrella de este Ejecutivo.
  • El Gobierno podría vender la recuperación económica que sus medios propagandísticos no dejan de publicitar, y eso a pesar de que en la calle sigue habiendo enormes problemas, como el mismo presidente del Gobierno ha decidido reconocer en los últimos tiempos. El adelanto electoral llegaría casi al mismo tiempo que los estrés test a los bancos españoles y un año antes de que, como algunos analistas plantean, la recuperación económica se enfríe en la UE.
  • Un adelanto electoral en términos nacionales tendría un efecto directo en un hecho fijado para el mes de noviembre: la consulta soberanista. Tras años en los que Rajoy ha vuelto la cabeza ante el “problema catalán”, parece que Mariano Rajoy ha decidido que ya no puede dejar pudrir más el asunto y ha decidido ponerse manos a la obra. Ahí se circunscribe la reunión que mantendrá con el presidente de la Generalitat, Artur Mas, la primera desde la convocatoria oficial de la consulta para el 9 de noviembre, y las afirmaciones, el fin de semana pasado, de que sabía que en Cataluña había un problema que resolver. El adelanto de las elecciones pondría todo el foco en la campaña y no en la consulta, dando por hecho que, en ese caso, Mas y sus socios no seguirán con la convocatoria.
  • Existiría una opción para resolver el problema catalán: adelantar las elecciones proponiendo una reforma constitucional en profundidad que abarcara todos los asuntos que han podrido la vida pública en España. ¿El mayor problema? El PP ha sido contrario a tocar la Constitución de 1978 y, aunque en los últimos tiempos se escuchan más voces que sugieren esas posibilidad sin mentar el apocalipsis, ese cambio de discurso quedaría muy forzado a tres-seis meses de una cita electoral de este tipo.

En cualquier caso, si se celebraran elecciones generales en noviembre, el PP sería, con total probabilidad, el partido más votado, aunque registraría una pérdida de votos importante (en el mejor de los casos, -10 puntos). El partido que habitualmente ha servido de contrapoder, el PSOE, tendría un mal resultado, que se completaría con una fragmentación parlamentaria sin precedentes en nuestra historia democrática reciente.

En esta situación, y a tenor de las encuetas, veríamos que otro actor tradicional, CiU, habría salido quemado de su experiencia independentista, lo que imposibilitaría un acuerdo con el PP como el de 1996. Con un 30% de los votos, el PP apenas podría tener fácilmente 140 diputados, de manera que su única opción para garantizarse la estabilidad sería contar con el apoyo del PSOE, lo que supondría el suicidio político de éstos a la manera que sus hermanos griegos. Entre sus adversarios tampoco habría opciones de poder formar un gobierno de coalición, salvo que ocurriera dos cosas: Primera, que se implicara al PSOE en esa propuesta; y, segunda, que estuviéramos preparados para un gobierno formado por cinco o seis partidos políticos, como ocurría en Italia hasta hace unos años.

A pesar de ser, por el momento, un rumor, la idea del adelanto electoral explicaría, por ejemplo, por qué la artillería ‘popular’ lleva dos semanas disparando contra Podemos a la menor ocasión, ya sea en forma de declaraciones de sus líderes o en artículos, como el que este lunes publicó Esperanza Aguirre en ABC. El objetivo, comenzar a tensionar la vida política y social de cara a una cita electoral que, con total seguridad, traerá muchas sorpresas.

Acerca de llegalaultima

Politóloga y periodista en transición
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