La nueva política de siempre

Desde hace unos meses, particularmente desde que C’s dio el salto a la política nacional, se habla cada vez con más alegría de nueva política para diferenciarla de la política que han desplegado los partidos tradicionales y que explican buena parte de la crisis política y de repesentación que palpita en la fragmentación del voto que arrojan las sucesivas citas electorales.

La nueva política, que, a grandes rasgos, estarían poniendo en marcha formaciones como Podemos y C’s, se basarían en un decálogo de ejemplaridad y transparencia de sus cargos políticos, sobre todo cuando acceden al poder. Esa manera de entrar en la política, y que ha obligado a PP y PSOE a asumir determinados postulados en la lucha contra la corrupción o en la elección de prioridades como parte fundamental de acuerdos de gobierno para acceder a poder municipal y autonómico, impregna ya la forma de entender la política, por lo que estos nuevos partidos parecen haber cumplido ya con su función de regeneración del sistema político.

En el caso de Podemos, esa pátina de respetabilidad se completa con un remarque de la gente corriente que ha decidido dar el salto hacia la política profesional y que tiene en la rebaja de sueldos públicos, por ejemplo, una de las principales referencias (junto al abandono del parque oficial de vehículos o la renuncia de privilegios como los que hace unos días hizo públicos el consistorio de Madrid en torno al palco en el Teatro Real o las Ventas)

En el fondo, unos y otros buscan recuperar cierta pátina de respetabilidad en el día a día de los cargos públicos y de los dirigentes políticos de sus respectivas formaciones, sobre todo si tenemos en cuenta que su principal fuente de financiación siguen siendo las arcas públicas. Y eso se consigue mediante la obligación de dar explicaciones de actuaciones políticas (a la espera de llegar a la rendición de cuentas definitiva que supondrán sus respectivos resultados en las urnas) y en establecer una relación más directa con la ciudadanía, algo que está detrás de la ruta del cambio de Podemos o en la elección de portavoces más jóvenes y no quemados por parte de Mariano Rajoy en las últimas semanas.

Desde este punto de vista, 2015  podría considerarse como el año de la nueva política, tanto por el impacto de las estimaciones de acceso de poder de las nuevas formaciones como por su influencia al obligar a los partidos tradicionales a moverse por pura supervivencia política. Por eso, sorprende la cadena de errores que unos y otros han ido sumando estos días, algo que lleva a pensar en que nadie ha entendido nada y que estamos ante la teatralización gatopardista para que todo siga exactamente igual que siempre con algunos retoques.

Un Gobierno caótico en comunicación 

Diferentes medios de comunicación públicaron, casi al mismo tiempo, que el Gobierno estaría estudiando la posibilidad de ofrecer un regalo electoral a los trabajadores públicos, un sector golpeado desde que José Luis Rodríguez Zapatero anunció el giro de su política eocnómica en mayo de 2010 y que, desde entonces, acumula una pérdida del 20% de su poder adquisitivo.

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Según estos medios, el Ejecutivo estaría pensando devolver el 75% de la paga extra que se le quitó en julio de 2012, vía decretazo, y la devolución de los días de libre disposición, los famosos ‘moscosos’, eliminados también en aquel momento.Esas fuentes atribuían a Jorge Moragas, flamante director de la campaña electoral de las generales, esa filtración, que el Gobierno no tardó en enmendar.

El secretario de Estado de relaciones con las Cortes, José Luis Ayllón, poco después descartó esta posibilidad, señaló que en el Consejo de Ministros no se estaba discutiendo un plan de este tipo en esas condiciones y decía desconocer de dónde procedía esa filtración (insistimos, de Moragas, que todavía ejerce como jefe de gabinete de Rajoy).

Ayllón, un hombre cercano a Soraya Sáenz de Santamaría, evidenció los problemas en el núcleo duro del Gobierno, que luego volvió a reafirmar el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, que confirmó la intención del Gobierno de devolver sus derechos a los funcionarios, aunque no quiso puntualizar si las cifras que se habían comenzado a manejar con los sindicatos de la Función Pública eran los que se habían filrado a la prensa. Tanto Santamaría como Mariano Rajoy, después, confirmaron esta línea de actuación que evidencia serios problemas de comunicación interna en el Consejo de Ministros.

Todavía faltaba un ejemplo más de cómo Moncloa entiende la comunicación con la ciudadanía y/o potencial electorado. El presidente del Gobierno, ante los rumores de una crisis de gobierno, que él mismo alimentó en un corrillo con periodistas, a los que les habría hablado de cambios profundos en la estructura del partido y del Ejecutivo, confirmó que finalmente los cambios en el gobierno serían estéticos.

El jueves, por la noche, cuando Rajoy se encontraba en Bruselas participando en el Consejo Europeo, Moncloa comunicó al Rey el relevo de José Ignacio Wert, ministro de Educación, Cultura y Deportes, por Íñigo Méndez de Vigo, secretario de Relaciones con la UE y pieza clave en el engranaje de la acción española en las instituciones comunitarias.

Moncloa envió un comunicado sobre el cambio de Gobierno a las 22 horas, uno de los peores tramos informativamente hablando, y, ante las preguntas de los periodistas, el viernes, sobre por qué el Gobierno había adoptado esta estrategia para comunicar un recambio que habría pedido encarecidamente Wert, Rajoy respondió airado desde Bruselas: «Si quiere, a partir de ahora lo haré a las 12 de la mañana».

Puestos por designación 

Uno de los argumentos esgrimidos por el universo que parte del 15M pasa por hablar de un grupo de personas, vinculadas a los partidos tradicionales, que durante años han gobernado contra la mayoría en beneficio de sus organizaciones políticas y los suyos personales. La explosión del caso Bárcenas y la presencia de las puertas giratorias no hacen sino remarcar este diagnóstico, que mete en el mismo saco los puestos de confianza en el entramado de asesores que acompañan el ejercicio del cargo público.

Por este motivo, la lupa está puesta sobre los cargos que, en estos primeros días al frente de instituciones como el Ayuntamiento de Madrid o Barcelona, han sido nombrados, con malas noticias para casi todos:

⇒ La Razón publicó el nombramiento, por parte de Manuela Carmena, del marido de su sobrina, Luis Cueto, como su mano derecha. Este nombramiento, que de primeras iría contra la ley Botella, que impedía el nombramiento de familiares de los cargos públicos, quedó finalmente legitimado por la propia trayectoria profesional de Cueto, que impediría que se le aplicara el Reglamento de Personal de la ex alcaldesa.

⇒ Los medios publicaron poco después que la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, había fichado a su pareja como asesor del Ayuntamiento de Barcelona. Se trata Adrià Alemany, economista y fundador de la PAH, que pasaría a cobrar por el trabajo de asesoría que realizaba, hasta el momento, de forma voluntaria. En las últimas horas, Colau ha  en el que puntualiza que Alemany será contratado por Barcelona en Comú, no por el consistorio barcelonés:

Fruto de la victoria electoral, Barcelona En Comú ha visto aumentar mucho sus responsabilidades y tareas. Por ello, la coordinadora de la organización (no yo) ha decidido ofrecerle (a él y a otras personas) un trabajo remunerado, NO EN EL AYUNTAMIENTO. Las tareas que viene desempeñando Adrià requieren dedicación exclusiva, por ello Bcomú le ha propuesto pasar a trabajar de forma remunerada.
Por convicción, Adrià decidió dar el paso a pesar de que pasará a COBRAR MENOS de lo que cobraba en la empresa privada, puesto que es un economista con alta cualificación y experiencia. Y por supuesto, se someterá al código ético de Bcomú, como el resto de compañeros.

⇒Poco después, también se publicó que Colau había contratado a la pareja de su número 2, Gerardo Pisarello, como ayudante del concejal de Vivienda. Vanesa Valiño dirigía el Observatorio de derechos económicos, sociales y culturales (DESC), la misma ONG en la que Colau trabajaba hasta que dio el salto a la política profesional.

La política son también gestos y esto no resulta en absoluto estético por parte de quienes han hecho gala (con razón) de la lucha contra el nepotismo y de los puestos de designación basados en el vínculo. Los que lo conocen, resaltan la valía profesional de Alemany y de Cueto, por lo que llama aun más la atención que las nuevas propuestas políticas adopten los tics de la vieja política y que su reacción ante las críticas sea exactamente la misma que la de los viejos partidos.

Acerca de llegalaultima

Politóloga y periodista en transición
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