La portada de El País de este sábado, junto a su correspondiente editorial, inauguró un nuevo tiempo en las negociaciones del futuro Gobierno, cuando quedan ya menos de tres semanas para que expire el plazo legal para conseguir la investidura o convocar nuevas elecciones generales.
Tras los pronunciamientos de PSOE, C’s y Podemos del viernes ante el fin de las conversaciones para explorar la llamada vía del 199, afrontamos la opción que, tras los resultados electorales del 20D, siempre estuvo sobre la mesa: Una suerte de gran coalición, a la alemana o austriaca, con C’s como apoyo que haga más tragable esta posibilidad a un país que asumió como real el marco de que socialistas y ‘populares’ representaban lo mismo.
La respuesta del PP fue la prevista ante el giro de Ferraz, auspiciado por C’s: Rajoy ofreció un gobierno de coalición presidido por él para dar estabilidad. «La propuesta que está en vigor es la del PP, y, si quiere, estamos dispuestos a hablar de la misma», aseguró en la Convención que su partido celebró en Barcelona. Rajoy sabe que, aparentemente, ha ganado una ronda y que la negociación del Gobierno no ha hecho mella en sus opciones políticas a diferencia de sus adversarios, que salen más o menos achicharrados.
Viñeta de Idigoras y Pachi en elmundo.es
Casualidades de la vida, Rajoy coincidió en tiempo y lugar con Pablo Iglesias, que intervino en un acto con los círculos de su partido en la Ciudad Condal, en el que marcó la distancia respecto a las otras formaciones: «No somos como ellos. No queremos que Podemos se convierta en lo que quieran los adversarios de la gente».
Entramos, pues, en una nueva fase que presenta varias salidas y cuyo resultado no se conocerá hasta que nos acerquemos a la fecha límite marcada: La convocatoria de nuevas elecciones, la negociación de una gran coalición o revitalizar un frente de izquierdas con el apoyo de los nacionalistas periféricos.
Ir a nuevas elecciones
La salida obvia, en estos momentos, y la más asumida por los medios de comunicación (incluida ex asesores del PSOE) es la convocatoria de convocatoria de elecciones anticipadas, previstas para el 26 de junio. Como ya hemos señalado en otras ocasiones, los sondeos sobre intención de voto apuntan a que los resultados de esas nuevas elecciones podrían ser parecidos a los del 20D con matices:
- La posibilidad de que Podemos y Unidad Popular integren una misma lista (con opciones de convertirse en segunda fuerza política, por delante del PSOE);
- Que PP y PSOE mantengan resultados parecidos a los de las últimas elecciones generales, lo que evidenciaría su propia debilidad y les haría de nuevo presas de otras formaciones, que volverían a jugar su papel de partido bisagra;
- Y que C’s mejorara sus expectativas de voto pero no lo suficiente para trastocar demasiado el escenario postelectoral.
No hay señales que indiquen que el sistema partidista estuviera menos fragmentado que en la actualidad tras la convocatoria electoral, por lo que al coste político del fracaso en las negociaciones, habría que sumar el coste económico de una nueva campaña electoral, sobre todo en formaciones muy endeudadas o sin fondos, como pueden ser PSOE, Podemos pero también C’s.
Por eso, insistimos, en que ésta es la opción menos deseada para los protagonistas del culebrón, que no llegan además fuerte internamente: Podemos y C’s tienen que hacer frente a sus problemas de estructura e implantación orgánica; el PP llega tocado por la gestión de la corrupción política que sigue deparando imputados; y el PSOE tiene que afrontar la soledad de Ferraz ante unos barones que están esperando a ajustar cuentas cuando llegue el momento, con o sin Susana Díaz al frente.
Una gran coalición de PP y PSOE con C’s
La segunda vía, apoyada por el 26.2% de los ciudadanos, según el sondeo de Sigma Dos (25.5%, con presidencia del PP, o 4.5%, según My Word) puede derivar en varias hipótesis:
- Conformar un gobierno de coalición entre PP, PSOE y C’s, que podría tener varias opciones: Estar formado por integrantes de los tres partidos y presidido por el candidato del PP o por Pedro Sánchez o bien pactar la duración de la presidencia a partes iguales.
- Favorecer un Gobierno de un solo partido o dos con el apoyo del tercer partido, que podría negociar programa y la entrada o no de independientes. Ferraz desea colocar a Sánchez como presidente del Ejecutivo, que podría conseguir con el apoyo de C’s y con el voto favorable ( o abstención) del PP. En este punto de las negociaciones, es complicado pensar al revés, que C’s y PSOE podrían apoyar un programa de Gobierno y una candidatura ‘popular’, aunque todo es posible.
Sea como fuere, para vislumbrar cualquiera de estas posibilidades, hay que tener en cuenta el veto de C’s a que Mariano Rajoy siga siendo el candidato ‘popular’ (algo que se podría solventar como ocurrió en Cataluña con la retirada táctica de Artur Mas en el último momento). Este argumento es que lleva semanas alimentando el diario El País y también César Luena, secretario de Organización del PSOE, lo remarcó este fin de semana:
Por supuesto, sobrevuela la necesidad de supervivencia política de Pedro Sánchez, al que sólo le vale convertirse en presidente del Gobierno para apagar la rebelión interna larvada que tiene en su partido desde la misma noche electoral.
Entre los tres partidos suman 252 escaños y debería hacer frente a un hecho no menor: La emergencia de Podemos como la única alternativa al establishment y al régimen heredero de la Transición. Éste es el marco que, seguramente, más exito ha tenido de todos los que se probaron tras el 15M y es el que, sin duda, más daño ha hecho al PSOE durante la legislatura pasada y ésta.
En este punto, por cierto, habría que dejar en papel mojado el resultado de la consulta a las bases del PSOE, que respaldó el intento de Pedro Sánchez de explorar la posibilidad de conformar un gobierno de progreso y de cambio. Si el PSOE contara con el apoyo activo o pasivo del PP, queda claro que le quedan meses de sufrimiento y de cierta crítica entre su base electoral. Sin embargo, esta mala imagen podría no ser del todo negativa si la ciudadanía percibiera como positivo los resultados de ese acuerdo con el PP (a la manera del mito de la Transición a propósito de la reconciliación por el bien del país).
Recuperar el frente de izquierdas con apoyo de nacionalistas
Existe otra posibilidad, que hoy se percibe muy lejana a juzgar por las declaraciones de los portavoces socialistas y de Podemos: Una última negociación, a última hora, con PSOE y Podemos como grandes protagonistas, bien con el apoyo de C’s, bien con la recuperación del frente de izquierdas (y los nacionalistas) con el que se coqueteó en el inicio de todo el proceso.
Esta posibilidad vendría refrendada por el apoyo del PSOE a ERC y DiL para que tuvieran grupo propio en el Senado, con las buenas relaciones entre En Comú Podem y el PSC y por la reunión secreta que mantuvo el propio Sánchez con Oriol Junqueras. Y conseguiría, de paso, que los socialistas fueran percibidos, de nuevo, como uno de los protagonistas para resolver el llamado ‘problema catalán’ o, en cualquier caso, para favorecer cierta reconstrucción terrotorial del país de corte federal.
Esta salida iría en consonancia con la trayectoria del PSOE antes de la efervescencia independentista, podría neutralizar a Podemos como el único referente político capaz de hacer frente a la nueva realidad del país y situaría al PP (más que a C’s) como el único adversario frente a esta construcción del país.
Entre las razones para que no se produzca esta salida está, por supuesto, la decisión estratégica que parece haber elegido Podemos tras el fin de las conversaciones a tres con el PSOE y C’s. La formación de Iglesias es consciente de que, en función de la decisión que adopte Ferraz, las posibilidades de penetración electoral de Podemos pueden ser importantes y ahí están las elecciones gallegas y vascas para auparles.