Prisa y su derecho a tomar decisiones empresariales

El grupo Prisa no pasa por sus mejores momentos. Durante los últimos meses, han sido frecuentes las referencias en este blog a la propia evolución de sus medios de cabecera, El País y la Cadena SER, ante la situación política del país. Una actitud que sigue provocando, de forma indirecta, la desconexión de una parte del electorado del centroizquierda con dos de sus medios de comunicación de referencia.

En pocos meses hemos escrito, y mucho, del intento nada disimulado de El País por presionar al partido del que fue de la mano durante la Transición y hasta la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero a la Secretaría General, en un intento de recuperar todo el poder que un día tuvo como referente del progresismo y del votante socialdemócrata. Una autoridad que ha ido perdiendo, al calor de la crisis del sector, a base de informaciones sesgadas, manipulaciones y, sobre todo, la plasmación práctica del concepto de casta que tan bien definió el intento de salvaguardar el sistema por parte de quienes más se habían beneficiado de él.

Nada nuevo si se tiene en cuenta su propia evolución, evidente en la sección de Cultura (desde hace años convertida en plataforma para promocionar los productos vinculados a las empresas editoriales de Prisa) o las coberturas sobre América Latina (sobre todo de países en los que el grupo tenía intereses empresariales), Oriente Medio o el espacio postsoviético. Durante estos últimos años, con renovación de dirección incluidas, Prisa se ha convertido en una de las plataformas de defensa del statu quo frente a las amenazadas del independentismo catalán o por la aparición de propuestas que atacan a su nicho de mercado, desde el punto de vista ideológico y empresarial.

Hay algo novedoso respecto a, por ejemplo, la visión de El País y de la Cadena SER que se tenía hace 15 años: La caída de las caretas. Cualquiera que siga la actualidad ya no puede señalar que El País o la Cadena SER son sus medios de referencia del votante ubicado entre el centro y la izquierda, con el que establecía una relación casi personal. Desde hace años, muchos, se ha vuelto necesario tomar con pinzas cualquier contenido difundido y preguntarse, sobre todo, qué intereses puede tener el grupo mediático para poner el foco sobre un tema concreto. Este ejercicio, que recomendamos encarecidamente, suele poner negro sobre blanco los intereses de los medios a la hora de seleccionar y elaborar sus piezas.

Durante estos días hemos tenido ejemplos que refuerzan la idea de que, más allá de Prisa como conglomerado de autoridad, estamos ante una empresa periodística que está jugando sus bazas para interferir en la vida política para defender sus propios intereses. Es decir, lo que ha ocurrido siempre pero que se vestía con la defensa de la libertad de expresión o de la propia verdad periodística.

Renovación de tertulianos y fractura entre redes sociales y medios

En España, buena parte de la información se elabora pensando en Twitter. De esta manera, Twitter se convierte en principio y fin de muchas de las historias que cuentan los medios tradicionales, en pleno proceso de adelgazamiento de redacciones compuestas por periodistas. Eso explica la uniformidad de los contenidos y, en general, la baja calidad del producto periodístico que difunden los medios generalistas, indistintamente de su enfoque ideológico.

Coherente con este proceso, han aparecido perfiles que, antes de Twitter, apenas eran conocidos y que tuvieron la genial idea de aunar contenidos de medios alternativos, y minoritarios, con el eco que proporcionan las redes sociales. Ahí se plasma el éxito de eldiario.es pero también de programas como Salvados o El Objetivo, planteados para ser vistos en televisión pero también tuiteados. Los medios tradicionales reaccionaron como se esperaba: Copiaron la fórmula mientras despedían periodistas y promovieron fichajes de personajes relevantes con la idea nada disimulada de aprovechar su popularidad en las redes para, de paso, renovar plantillas de colaboradores de la vieja escuela.

El caso paradigmático fue Ignacio Escolar, despedido de la SER después de que su medio publicara datos sobre la implicación de Prisa y de personalidades relevantes del felipismo en los Papeles de Panamá. Este sábado, Fernando Berlín, antes muy vinculado con el felipismo, anunció vía Twitter que la emisora le había comunicado que esta temporada no contará con él. Un hecho relevante tras 18 años vinculado a la casa, aunque en los últimos tiempos esta vinculación se limitaba a intervenciones, un día a la semana, en la tertulia de Hora 25.

CapturaBerlin

Twitter convirtió a Berlín en el nuevo mártir de la libertad de expresión, pasando por encima de la evidencia: la Cadena SER forma parte de una empresa que tiene todo el derecho de prescindir o fichar a quien considere cuando lo estime oportuno por motivos de todo tipo (desde buscar savia nueva a preferir argumentos novedosos y/o polémicos). Más allá del giro de Berlín hacia postulados defendidos por Podemos, estamos ante un tertuliano cuyos argumentos se basaban, sobre todo, en datos recopilados de Twitter. Un integrante de esa «voz de la calle» que estos días lleva a Cayetano Martínez de Irujo a Espejo Público.

Prisa y la Cadena SER tienen todo el derecho del mundo a fichar a quien les parezca y el oyente tiene todo el derecho de cambiar de dial si los cambios no le satisfacen. ¿Cuál es el problema en este caso? La consideración del oyente medio de la SER como un nicho de mercado cautivo ante la falta de oferta alternativa, un hecho que el propio Berlín trató de enmendar con su programa matutino diario (hay quien dice que éste es el motivo real de su despido de la SER) y que Javier Crudo ha promovido con su programa de radio que sobrevive gracias a la contribución de sus oyentes.

Poco después, se supo también de que Hora 25 prescinde también en esta temporada de los servicios de Manuel Rico, subdirector de Infolibre y tertuliano habitual de Al rojo vivo. En un artículo, Rico dio a conocer este despido [«La cadena SER puede contratar y despedir como tertuliano a quien le dé la gana. Ni el día que comencé a colaborar allí fue un día luminoso para la libertad de expresión en España, ni el día que prescindieron de mis servicios aquella se tiñó de luto. La SER es una empresa privada y responde ante sus accionistas y ante su audiencia»] y pidió reflexionar sobre la propia responsabilidad del ciudadano ante la propia evolución del sector:

«Somos responsables los editores, directivos de medios y lectores que afirmamos ser de izquierdas, que denunciamos la situación mediática, que nos llenamos la boca con la importancia de la libertad de prensa y que no hemos sabido o querido crear, defender o apoyar medios que reflejen esa visión del mundo (pudiendo hacerlo, claro)… si vendiese el doble en el quiosco, si lo comprasen todos aquellos que decían comprarlo o si lo hubiesen apoyado de verdad quienes lo ensalzaban como un medio clave ante la entonces ya incipiente deriva de El País, en cualquiera de esos supuestos Público sería hoy un periódico boyante».

Este lunes, la SER reaccionaba con una nota de prensa leída durante el programa Hoy por hoy, en estos términos:

Desde algunas tribunas y en redes sociales se ha acusado sin fundamento a la Cadena SER de atacar el pluralismo y la libertad de expresión por prescindir de alguno de sus colaboradores. También se han esgrimido supuestas razones ideológicas. Nada más lejos de la realidad. Como medio privado que es, la SER tiene el derecho y el compromiso de elegir a sus colaboradores o prescindir de ellos en función de criterios profesionales sin más presión que el compromiso con sus oyentes por ofrecerles la mejor radio.

Solo desde la ignorancia o la mala fe se puede afirmar que la SER vulnera la libertad de expresión por prescindir de colaboradores que no solo trabajan en otras plataformas informativas sino que, además, dirigen sus propios medios de comunicación. A la hora de elegir a sus colaboradores, la SER valora la exclusividad como un elemento de gran valor en un panorama saturado de tertulias informativas.

Argumentos sobre los que escribieron periodistas que estuvieron íntimamente vinculados al grupo Prisa durante muchos años y que desde hace meses encabezan medios de información alternativa. Como si estas prácticas fueran cosa de los últimos años y no marcas de la casa desde que tenemos uso de razón.

Portadas y enfoques cambiados en horas 

Como parece que no hay ni una sola fiesta de este tipo a la que no esté invitada el diario El País, el lunes tuvimos otro ejemplo de la psicosis que parece instalada en el periódico desde que Pedro Sánchez decidió hacer oídos sordos a sus recomendaciones y resistirse a apoyar un gobierno encabezado por Mariano Rajoy.

Es habitual que los medios editados en Madrid tengan dos ediciones: La primera, que es la que aparecerá en las provincias, y la segunda, que es la que se publicará en la capital. El País lanzó una primera edición sobre el tema estrella tras el fracaso de la segunda votación de investidura de Mariano Rajoy: La posibilidad de que el líder del PSOE encabece una alternativa apoyada por Unidos Podemos y C’s. En esta línea, el periódico publicó que el secretario general socialista había recibido el apoyo de su partido a explorar esta posibilidad, una noticia curiosa si tenemos en cuenta que, a día de hoy, no se ha reunido la Ejecutiva Federal que debería autorizar este intento:

CapturaElpais

La portada llegaba después de que El País saliera el domingo con un editorial, Ni Rajoy ni Sánchez en el que el periódico arremetía con fuerza contra el líder del PSOE, sugiriendo que era parte del problema del bloqueo político e instándole a dimitir por la situación creada pero también como responsable de los malos resultados electorales obtenidos por el PSOE en las elecciones de 2015 y 2016:

«Hemos pedido insistentemente que el PSOE se abstuviera en la investidura de Rajoy y que le permitiese formar Gobierno, por muy poco que lo mereciese. Esa posibilidad se ha esfumado por la terquedad de Sánchez en su viaje a ninguna parte. Ahora ya ha quedado claro que ni Rajoy ni Sánchez, cuando lo intentó en abril, han sido capaces de reunir apoyos suficientes. Quizá ha llegado el momento, como sugirió el viernes Albert Rivera ante el Congreso, de que ambos políticos den un paso atrás y dejen que otros líderes en sus respectivos partidos busquen mejor suerte (…). Ya debería haber renunciado tras dos derrotas históricas consecutivas. Pero él mismo se ha cargado de razones para hacerlo durante este periodo en el que ha conducido al PSOE a la irrelevancia».

La sorpresa, sin embargo, llegaría pocas horas después, cuando El País difundió su segunda edición. El principal titular, que salvo noticia de última hora se suele decidir en la primera reunión del equipo a primera hora de la mañana, había cambiado substancialmente de enfoque, de manera que ahora eran tanto C’s como Podemos los que rechazaban la posibilidad de explorar un acuerdo a tres con el PSOE.

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Sobra decir que ni El País ni Prisa han ofrecido explicaciones sobre el cambio del enfoque de sus portadas en apenas unas horas. Asimismo, tampoco hay datos por el momento que apunten la posibilidad de que los datos de audiencia de la Cadena SER se estén resintiendo por este tipo de decisiones empresariales que algunos quieren vestir como cruzadas contra representantes o voceros de la nueva izquierda.

Acerca de llegalaultima

Politóloga y periodista en transición
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