Aunque no lo parezca, estamos ante un guión que se desarrolla según lo previsto. Durante la campaña electoral, Syriza y su cabeza de lista, el actual primer ministro griego, Alexis Tsipras, avisó de que su partido no aceptaría traspasar las líneas rojas de su programa eletoctoral y que si los acreedores internacionales insistían en demandar recortes a cambio de financiación, convocaría a los ciudadanos griegos a que decidieran en las urnas su futuro.
Este viernes, tras la enésima ruptura de negociaciones en el Consejo Europeo, que afronta durante el mes de junio la necesidad de llegar a un acuerdo para afrontar el fin de la prórroga de ayuda financiera pactada hace tres meses, Tsipras puso sobre la mesa su órdago y lo hizo en el Parlamento griego:
La decisión llegó después de que el ministro de Finanzas griego, Yanis Varoufakis, fuera expulsado de la reunión del Eurogrupo celebrada el viernes y en la quese habló de un plan b para Grecia, es decir, de lo que ocurrirá si, como está previsto, el 30 de junio el país se quede sin la ayuda financiera de la UE. Ese plan b recoge la suspensión de pagos y la salida del país heleno del euro, una decisión que tendría que adoptar de forma voluntaria porque en los tratados europeos no se recoge la expulsión de ningún Estado miembro de la moneda única.
Desde hace unos meses, los países que lideran la posición de fuerza respecto a Atenas [países que, por cierto, vieron cómo sus bancos eran los principales beneficiados del primer paquete de ayuda financiera aprobada] preparan a la opinión pública para asumir que la salida de Grecia del euro no tendría impacto en la arquitectura comunitaria, una afirmación que deja convenientemente a un lado el impacto en el proyecto político europeo. Sin embargo, los datos no respaldan ese argumento, como muestra el cuadro de exposición de cada país de la Eurozona a la economía helena [cortesía de @IdafeMartin]. Es decir, el Grexit sería más costoso de lo que los argumentarios internos hacen pensar:
Con el eco de estas decisiones, y tras semanas de incertidumbre, con reuniones a dos, tres y múltiples bandas entre los protagonistas de esta tragedia griega (reuniones de las que, por cierto, Mariano Rajoy ha estado ausente aunque España es uno de los países a los que más podría afectar la caída de Grecia debido a la exposición de nuestra deuda pública), Tsipras se dirigió a la nación y justificó su decisión de convocar el referéndum en los siguientes términos:
«Después de cinco meses de duras negociaciones, nuestros socios presentaron desgraciadamente en el Eurogrupo antes de ayer una propuesta, un ultimátum a la República Helena y el pueblo griego. Es un ultimátum que contraviene los principales fundadores y los valores de Europa, el valor de nuestra estructura común europea.
Se pidió al Gobierno griego que aceptara una propuesta que suma nuevas cargas insoportables al pueblo griego y socava la recuperación de la sociedad griega y de su economía, no sólo manteniendo la incertidumbre, sino llevando aún más lejos los desequilibros sociales.
Las propuestas de las instituciones incluyen medidas que llevarían a una mayor fragmentación del mercado laboral, recortes de pensiones, nuevas reducciones en los salarios del sector público y un aumento del IVA en alimentos, restaurantes y turismo, con la eliminación de las deducciones fiscales en las islas.
Estas propuestas claramente violan las normas sociales europeas y el derecho fundamental al trabajo, la igualdad y la dignidad, dado que el objetivo de algunos socios e instituciones no era conseguir un acuerdo viable y beneficioso para ambas partes, sino la humillación de todo el pueblo griego.
(…)
Ahora es más necesario que nunca que las principales fuerzas europeas den un paso al frente y tomen iniciativas con las que trazar una línea firme en relación a la deuda griega, en una crisis que también afecta a otros países europeos y que amenaza el futuro de la unidad europea.
Queridos compatriotas griegos. Asumimos hoy una responsabilidad histórica en favor de las luchas del pueblo helénico y de la protección de la democracia y de nuestra soberanía nacional. Es una responsabilidad ante el futuro del país. Y esa responsabilidad nos obliga a responder a este ultimátum con la voluntad del pueblo griego».
El sábado por la noche, el Parlamento heleno votó la convocatoria de la consulta en apenas diez días con el resultado esperado: 178 votos a favor y 120 en contra. Los partidos que votaron a favor fueron Syriza (que ya ha dicho que hará campaña por el no), Griegos Independientes y Amanecer Dorado. Se encontraron enfrente, por diversas razones no compartidas, a Nueva Democracia (que se había ofrecido a Syriza para votar a favor de la penúltima propuesta ofrecida por Bruselas y que suscitó la división interna de la formación), el PASOK (a pesar de que el ex primer ministro griego, Giorgo Papandreu optó por una amanaza de referéndum en el otoño de 2011, decisión que se llevó por delante su gobierno y que conllevó el ascenso de un gobierno tecnócrata que se encargó de aplicar el primer rescate), To Potami y el KKE.
Según un sondeo de Alpha para To Vima publicado este fin de semana, el 47.2% de los griegos estaría a favor de aceptar el acuerdo que propone el Eurogrupo, una decisión a la que se opone el 33% del electorado. El 18.4% se decanta por el no sé/no contesta. De acuerdo con el trabajo de Alco, el 57% apostaría por un acuerdo con los acreedores mientras que el 29% estaría en contra. Estos escenarios se compadecen con la movilización ciudadana de las últimas semanas, con manifestaciones a favor y en contra de aceptar el acuerdo y contra algunas de las medidas propuestas, que han tenido como epicentro la plaza de Syntagma en Atenas.
Durante las últimas semanas, la atención europea de repente ha vuelto a dirigirse al país que, con 11 millones de habitantes y que apenas aportaba el 2% del PIB a la zona euro, se ha convertido en un quebradero de cabeza desde que la crisis financiera procedente de EEUU impactó de lleno en Europa. Atenas fue la primera capital europea en solicitar ayuda financiera en un proceso que puso en evidencia los errores de diagnóstico de la Troika (CE, BCE y FMI) y que provocó los lodos actuales. No en vano, como recordaba hace pocos días The economist, Grecia ha sido portada del semanario siete veces en cinco años [montaje a través de @TheEconomist]
El rescate financiero, que se habría usado en su gran mayoría para sanear la exposición de los bancos alemanes y franceses a la deuda helena y no para crear un tejido productivo, asciende a 240.000 millones y, antes de la ruptura de las conversaciones, el pasado viernes, se hablaba de prorrogar el plan cinco meses más para aprobar un tercer paquete de ayuda y, quizás, una quita en la deuda.
La Troika, ahora nominada como las instituciones, habían ofrecido una prórroga de 5 meses de su rescate, hasta noviembre de 2015, y una financiación total de en torno a 15.500 millones deeuros para hacer frente a sus próximos vencimientos de deuda. Esta oferta estaba condicionada a un plan de reformas por parte de Atenas, que es donde han vuelto a ponerse en evidencia las discrepancias.
Durante semanas, los innumerables encuentros y reuniones en Bruselas se han basado en ofertas y demandas que, el pasado 22 de junio, se concretaron por fin en un plan depropuestas presentado por Tsipras y que preveía el ahorro de 8000 millones de euros:
- En materia de pensiones, el objeto de deseo de las instituciones financieras internacionales y la principal línea roja marcada por Syriza durante la campaña electoral, se admitía restringir la jubilación anticipada desde 2016 a 2025 hasta los 67 años. No se planteaban recortes directos a las cuantías de las pensiones pero sí subir la contribución de las pensiones a la seguridad social (exceptuando las más bajas) en un 3.9% de media
- En materia fiscal, la Troika proponía subir el IVA creando dos tipos: el reducido del 11% para medicamentos y alimentos y el general del 23% para todo lo demás, lo que provocó el enfado de los socios de gobierno de Tsipras, Anel, por el impacto de la medida en la industria turística del Egeo.
- La propuesta de Tsipras mantenía los tres tipos actuales: el súper reducido del 6,5 al 6% y acepta que los hoteles se graven al 13%, en vez del 6,5% actual.
- Atenas mantenía el llamado «impuesto de solidaridad», la tasa que se impone a las rentas más altas. A los que genen más de 50.000 euros anuales, se les aplicaría un tipo que pasaría del 3 al 4%; a los que ganen más de 100.000 euros anuales, el tipo pasaría de 4 al 6%
- Se proponía introducir una subida del 8% en el IRPF para los ciudadanos que tengan ingresos de más de 500.000 euros al año.
- Atenas ofreció crear un impuesto especial que grave con un 12% los beneficios empresariales superiores a los 500.000€ al año. Subiría también un 3% el impuesto de sociedades. Estas medidas fueron rechazadas porque, según Bruselas, eran sólo medidas recaudatorias y no permitía crear una economía productiva.
El jueves, el Eurogrupo rechazó la oferta de Atenas por una diferencia que El País estimó en 107 millones en la reforma del IVA y en torno a algunos flecos relativos a las pensiones y las privatizaciones. De fondo, sin embargo, late la demanda principal de Tsipras, que pasa por plantear una reestructuración de la deuda, que asciende al 180% del PIB.
Grecia se enfrenta así a un escenario que complica aún más la operación de retirada masiva de fondos de sus entidades bancarias. Diversas fuentes, que citan al Banco de Grecia, hablan de una salida de depósitos de 1000 millones de euros desde que Syriza llegó al poder, a los que habría que sumar la retirada de otros 400 millones de los bancos helenos desde que Tsipras anunció la convocatoria de un referéndum que, en clave interna, sólo puede le puede aportar réditos positivos:
- Si la ciudadanía vota sí al rescate, Syriza se habrá lavado las manos ante las consecuencias de la aplicación de unas condiciones impuestas a la población. Si optara por convertirse en el brazo ejecutor, podría apelar al mandato popular (el pueblo griego decide que sea así) por lo que podría alegar incluso que no ha incumplido su programa electoral, puesto que se habría visto obligado por el mandato popular. Es posible, incluso, que Syriza pudiera también renunciar a esa tarea, por lo que otros, los de siempre, se encargaría en hacer el trabajo sucio de una tarea respaldada por la población.
- Si la ciudadanía vota no, Syriza confirmará su fuerza en el interior del país, algo que respaldan sondeos publicados en los últimos días y que les sitúan con una intención de voto superior al 45% (es decir, en los niveles de apoyo parlamentario que antes obtenían el PASOK y ND).
Este movimiento, no obstante, ha enfadado a sus socios europeos, que insisten en que esta votación complicará todo aún más. Por si acaso, el BCE anunció esta mañana que pondrá fin a la inyección liquidez que, durante la semana pasada, realizó a diario para compensar la fuga de capitales ante la evolución de las negociaciones en Bruselas. Esta decisión sugiere que la Eurozona, y en cierta medida la UE, está dispuesta a asumir un corralito en la banca helena, con el impacto que esta decisión pueda tener sobre Chipre (en pleno programa de rescate) y ante la posibilidad de que Atenas haga valer su buena relación con Rusia, plasmada en acuerdos firmados recientemente, y reclame ayuda.
En este punto conviene recordar que Grecia es un país socio de la OTAN, lo que explica a su vez por qué EEUU lleva días pidiendo un acuerdo que ponga fin a la incertidumbre política que la salida de Grecia de la Eurozona podría suponer en términos de proyecto europeo. Aunque las implicaciones son otras, y por equiparar situaciones, podemos imaginar el impacto que hubiera tenido en la imagen exterior de EEUU que California hubiera quedado fuera del dólar tras decretar su quiebra.
Si tenemos en cuenta la inestabilidad geopolítica en los vecinos de Grecia, ya nos podemos hacer una idea de por qué la situación de un país diminuto como el heleno se ha convertido en uno de los argumentos para el presidente de EEUU.
Una historia ya conocida
Desde 2008, Grecia ha perdido el 25% de su PIB (recordemos la caída del 8.9% en 2011), con una población cada vez más empobrecida gracias a las aplicación de las recetas habituales que, en los años 90, se plasmaron en lo que se conoce como Consenso de Washington: Austeridad extrema, recorte del gasto público y privatizaciones que, como dieta extrema, se entiende como el cauce adecuado para sanear las cuentas de un país.
En el caso de Grecia, la aplicación de esas recetas conllevaron a un empobrecimiento generalizado de la población, a recortes de derechos básicos (800.000 personas se quedaron sin derecho a la atención sanitaria) y a la pérdida constante de una población que ya asume que, al menos, durante dos generaciones el país no volverá a levantar cabeza.
Las recetas de la Troika hundieron la economía de un país y, a diferencia de otros países con crisis económicas menos sistémicas que la actual, no conllevaron un crecimiento de la economía que compensara la crisis social. Sólo en 2014 el país comenzó a aportar números positivos al crecimiento del PIB, con tasas de paro superiores al 25% y con una deuda pública del 170% del PIB (70 puntos por encima de la deuda pública española, otro de los países tocados con las recetas de la Troika gracias a nuestro rescate financiero).
Éstos son los datos que se manejan y que explican mejor que nada la situación del país [recopilados por Bloomberg]:
La crisis económica derivó en una crisis política sin precedentes en la historia helena desde la restauración democrática, un sistema orquestado en torno a dos fuerzas políticas: El PASOK socialdemócrata y los conservadores de ND. Bajo sus gobiernos se alteraron los números presentados a Bruselas como socio integrante del euro, con hitos como el déficit oculto que el gobierno de ND había ocultado y que se descubrió con la llegada del PASOK al poder.
La asunción del rescate financiero, y de los sacrificios entonces exigidos, se llevó por delante al PASOK, mientras se sentaban las bases para que un partido marginal como Syriza se conviritiera en el referente de la izquierda helena. El pasado mes de enero, Syriza se convirtió en la fuerza más votada y, desde entonces, da la impresión de que desde Bruselas se intenta frenar la sangría que podría producir que una negociación exitosa para los intereses de Grecia sirva de efecto contagio a otros países que celebran elecciones próximamente, con especial atención a España y al impacto del efecto Podemos, que comparte muchos de los postulados que Tsipras ha venido defendiendo durante estos meses.
CODA. Imprescindible documento de Hibai Arbide sobre la responsabilidad de la prensa helena durante los tiempos del discurso TINA (there is not alternative) que patentó Margaret Thatcher y que, desde los años 80, se ha convertido en el sustento ideológico del neoliberalismo como única manera de organizar las finanzas mundiales, incluso después de la borrachera que se llevó por delante en 2008 a entidades centenarias.
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