Lo avisamos en nuestro post de análisis de las elecciones catalanas: Aquella campaña electoral había servido para calentar motores de cara a una cita en las urnas, la del 20 de diciembre, que será la definitiva para aclarar el mapa político del país tras los cambios operados en el sistema de partidos.
No nos equivocábamos. Las grandes formaciones han comenzado a poner en marcha sus estrategias de precampaña y no hay sorpresas: Veremos campañas muy personalistas, centradas en los cabezas de lista, que insistirán en situarse como el partido garante de la estabilidad o en el intento de abrir de dos a cuatro actores.
- Los partidos emergentes juegan a hacer valer el papel que les otorgan, por ahora, las encuestas sobre intención de voto, mientras sus líderes se multiplican en los medios televisivos. Este martes, por ejemplo, C’s y Podemos concentraron sus fuerzas en La Sexta y Cuatro: Albert Rivera e Inés Arrimadas concedieron entrevistas a Antonio Ferreras (Al Rojo Vivo) y al Gran Wyoming (El intermedio), mientras que Kichi fue entrevistado en Al Rojo Vivo, Inés Montero en Las Mañanas de Cuatro y Pablo Iglesias acompañó a Risto Mejide, en la nueva constatación de que los contenidos políticos han terminado por inundar toda la programación de las cadenas.
- El PP hace frente a sus problemas internos, que se cuelan por las costuras pese al intento de Génova por intentar que el partido llegue vivo a las elecciones generales, con la insistencia en el discurso de la recuperación económica. Una vez constatado que la estrategia del miedo a la ruptura de España que desplegó en las catalanas no le dio buen resultado, Génova ha vuelto a hablar de recuperación económica, quién sabe si cruzando los dedos para que los nubarrones negros que las instituciones financieras auguran para 2016 no den señales de alarma en España antes de las elecciones generales.
- El PSOE muestra que está dispuesto a casi todo con tal de llegar a la Moncloa el próximo mes de diciembre. La actual dirección es consciente de que un mal resultado (y un mal resultado supone una pérdida de votos respecto a su suelo electoral, conseguido en noviembre de 2011, y/o su traducción en una caída de diputados por debajo de los 110 escaños) tendrán consecuencias en el futuro de la actual Ejecutiva y del secretario general. No en vano, la presidenta de la Junta no deja de lanzar mensajes que están obligando a la dirección a posicionarse. El último ejemplo, el derivado de sus pronunciamientos sobre la igualdad del sistema financiero, con mención expresa al cupo vasco como excusa.
Los partidos emergentes proponen un debate a cuatro
Una de las estrategias más interesantes que veremos desplegar durante las próximas semanas tendrán como protagonistas a Podemos y C’s. Conscientes de su papel en la conformación del futuro Gobierno central, ambos partidos comienzan a lanzar mensajes sobre sus líneas rojas para pactar o no, en un intento de afrontar las elecciones como partidos ganadores y no como formaciones con aspiración a ser bisagras. De ahí los pronunciamientos de Carolina Bescansa o Pablo Iglesias en las últimas horas sobre si darán un gobierno a los socialistas en el caso de poder desbancar al PP del Palacio de la Moncloa.
Otro punto a tener en cuenta será la posibilidad de ser considerados partidos con una proyección similar a las formaciones que han constituido el recambio en el poder durante los últimos 35 años. Y la mejor manera de escenificar ese tratamiento de igual a igual pasa por la obligación de prescindir del famoso cara a cara entre los cabezas de cartel de PP y PSOE que alimenta las últimas campañas electorales y la celebración de un debate a cuatroentre Mariano Rajoy, Pedro Sánchez, Albert Rivera y Pablo Iglesias.
Para añadir más emoción al asunto, Iglesias ha propuesto que, por esta vez, no haya preguntas pactadas: «que las preguntas no sean conocidas ni por los candidatos ni por los equipos de los candidatos y, donde sea posible, conocer las propuestas de los partidos sin que previamente el trabajo de los equipos lo haya convertido en un debate encorsetado, donde las opiniones están preparadas y donde no es posible conocer las propuestas reales».
Por el momento, el PP se ha negado a esta posibilidad con el consabido argumento de que C’s y Podemos no tienen representación parlamentaria y han ofrecido como alterantiva un debate de esas características con la presencia de Rafael Hernando, portavoz parlamentario del PP. Por su parte, Sánchez ha dicho que estaría dispuesto a debatir con todo el mundo, aunque no ha especificado si acudiría a un debate a cuatro como plantean Rivera e Iglesias, que ya han medido sus fuerzas participando juntos en el programa Salvados.
Parece claro que esta fórmula beneficia sin duda a los partidos emergentes por varias razones:
- El principal motivo es que ni C’s ni Podemos tienen demasiados cadáveres en el armario que pudieran ser utilizados por los líderes de PP y PSOE, que estos días tienen que hacer frente, por ejemplo, a un nuevo caso de puertas giratorias.
- A estas alturas es indudable que la presencia de C’s y Podemos ha añadido un poco de estética a la salud democrática de nuestro país, con posiciones en torno a la corrupción como las que se vieron en las negociaciones de los gobiernos de Andalucía o Madrid o la retirada de pesos pesados como el presidente de la Rioja, Pedro Sanz, por mandato de C’s. Esta imagen que proyectan los nuevos partidos contrasta con la lentitud de reacción del PSOE o con la sospecha extendida de que el presidente del Gobierno supo, favoreció y se benefició de una contabilidad opaca en su partido.
- Albert Rivera y Pablo Iglesias están más que acostumbrados a entrevistas incómodas, un entrenamiento que también Pedro Sánchez ha sufrido desde que es secretario general del PSOE aunque con resultados diferentes: Si Iglesias y Rivera proyectan la imagen de que se creen lo que dicen, a Sánchez cuesta mucho creérselo, en buena medida por la imagen de enconsertado y, como reflexionaba hace unos días Cristian Campos en El Español, por la asunción del papel de yerno perfecto. Sobra decir que este tipo de ejercicios brillan por su ausencia en el caso de Mariano Rajoy, muy acostumbrado a entrevistas suaves por parte de afines,c omo hace unas semanas en COPE o recientemente en Antena 3. El único esfuerzo que ha hecho Rajoy en este aspecto son los cara a cara con Sánchez en el Congreso durante las sesiones de control al Gobierno, un ejercicio que se antoja insuficiente ante dos personas como Rivera e Iglesias, más que entrenados en el ataque al adversario y en la colocación de mensajes propios.
- Rajoy tendría que enfrentarse a varios problemas: sólo puede apelar a los datos económicos como argumento para justificar que merece volver a ser votado en las urnas, y todo ello tras una legislatura en la que han volado por los aires muchas de las líneas rojas que habían regido la política española desde la Transición. Y la economía, como hemos visto en otros debates, no casa bien con argumentos cerrados en un debate.
- En un contexto en el que hasta C’s, con los resultados que hemos visto en Cataluña, propone la reforma de la CE para dar un paso más en la constitución del Estado autonómico, Rajoy mostraría un inmovilismo que no casa bien con el sentir de la mayoría de la ciudadanía, mucho menos temerosa a los cambios que lo que proyectan sus elites políticas. En este sentido, y a falta de una propuesta propia, Rajoy evidenciaría que su partido no tiene solución para el futuro de España más allá de los datos económicos. Es decir, evidenciaría la falta de proyecto que hasta los suyos le ha reprochado durante toda la legislatura.
El PP se centra en el voto económico
Y lo hace con mensajes que inciden en la idea «o yo o el desastre económico» que ya vislumbramos a comienzos del año, cuando los sondeos sobre intención de voto vaticinaban una disputa de tres fuerzas políticas.
Este miércoles, al tiempo que el Grupo Popular en el Congreso usaba las instalaciones de la Cámara Baja para celebrar los datos económicos, Génova puso en circulación un vídeo en el que, basándose en metáfora del enfermo, volvía a reflejar la idea de que el PSOE dejó un país enfermo, a punto de la quiebra, que ha sido salvado por las recetas económicas puestas en marcha por el Gobierno:
Apenas vimos referencias a las caras negativas de la recuperación, al recorte de derechos y a la devaluación interna producida durante estos años y que se traduce en una mayor precariedad laboral, en una pérdida de derechos y en rebajas generalizadas de salarios. En el ámbito sanitario, llama la atención la desfachatez del PP tras los recortes del gasto en esta partida impuestos desde que llegó a La Moncloa, algo en lo que incidió Podemos en su vídeo de respuesta:
Unas horas después de comenzar la difusión del que muchos consideran el peor vídeo que el PP ha puesto en circulación, la polémica volvió a salpicar al equipo de Génova. El spot difundido era calcado a un vídeo del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) del ex presidente Leonel Fernandez de 2008.
El PSOE opta por la campaña personal
El proceso abierto por el PSOE para sustituir el liderazgo de José Luis Rodríguez Zapatero no ha sido un camino de rosas, como bien puede constatar Alfredo Pérez Rubalcaba y, en menor medida, Pedro Sánchez. Desde que ganó las primarias y se alzó con la Secretaría General del partido, Sánchez ha puesto en marcha una política basada en un personalismo exagerado, con fuertes toques presidencialistas, muy en la línea de los presidentes de EEUU. Eso choca con la existencia de un partido centenario, con estructuras orgánicas que han evitado, por ejemplo, que el mal resultado de las elecciones locales y autonómicas de mayo se pudieran maquillar gracias a la fortaleza en muchos territorios y por el acceso al poder.
Sin embargo, no cabe ninguna duda de que las elecciones del 20 de diciembre son la prueba definitiva para Sánchez y su equipo, que afronta esta tarea de una forma bastante más solitaria de lo que parece. Pese a los intentos de reconciliarse con el pasado cercano, en el que el mismo Sánchez participó, con actos conjuntos con el ex presidente Zapatero, Sánchez constata, una y otra vez, que tiene un problema con las federaciones del PSOE, sobre todo, casualmente, con las que le apoyaron en las primarias.
No decimos nada nuevo si hablamos de los desencuentros de Susana Díaz con Sánchez, unos desencuentros evidentes que se traducen, por ejemplo, en la falta de agenda del secretario general en el territorio que controla la federación más fuerte del partido. Lo que no es tan novedoso es ver cómo desde otras federaciones, como la valenciana, se muestra públicamente discrepancias con Ferraz en torno al sistema financiero, una vez constatado el fracaso parcial el PSC.
No ayuda a la proyección de Sánchez la elección de una ejecutiva con un perfil político tan bajo, una elección propia que tiene una consecuencia directa: la proyección personal del secretario general, que asume una agenda muy abultada, como si se hubiera echado el partido a las espaldas.
Por este motivo, no sorprende que desde Ferraz se haya dado el pistolezo de salida a la segunda fase de la precampaña colgando una imagen de Sánchez en la fachada de la sede. Dos lonas de 4,5 por 8 metros cada una, una con la imagen de Sánehz y otra con el lema ‘El cambio que une’, para, según el equipo, trasladar la idea de que «todo el PSOE, empezando por su candidato, está en la calle, como partido vivo y muy presente entre los ciudadanos».
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