Primeras imágenes del gabinete elegido por el presidente del Gobierno tras una semana de sucesión de gestos, entre los que destacan el compromiso con la igualdad de género, la elección de técnicos como ministros y el intento de apaciguar internamente el partido, y de control de la agenda mediática. Tras ganar una moción de censura imposible, Sánchez se ha dedicado a formar un gobierno con un mensaje muy claro: El PSOE está preparado para disputar el centro político a C’s, dejando un amplio margen a su izquierda que puede capitalizar Unidos Podemos, si es que el partido que lidera Pablo Iglesias quiere tomar nota en algún momenot.
Este mensaje se ha ejecutado a partir de una estrategia que avanza datos de lo que será la comunicación del nuevo Ejecutivo. Así, primero se filtraron los nombres de las personas llamadas a ocupar los 17 ministerios que compondrán este gobierno, como si de un programa de televisión se tratara de manera que, durante tres días, se combinaron los nombres que figuraban en las quinielas de los periodistas, especialmente relacionados con miembros del PSOE que han acompañado a Pedro Sánchez durante su segundo mandato, con las sorpresas de un Gobierno en el que abundan los candidatos independientes.
Especialmente significativo es este grupo, entre los que destacan los nombres de Fernando Grande-Marlaska, Pedro Duque, Teresa Ribera, Dolores Delgado, Màxim Huerta o Nadia Calviño, una superfuncionaria de la UE que, junto al resto de personalidades, bien podría haber formado parte de un hipotético Gobierno formado por Albert Rivera, con un gesto también hacia el lobby homosexual: Dos de los 17 ministros son gays declarados y el titular de Interior, incluso, saludó en público a su marido durante el acto de toma de posesión de la cartera ministerial.
Una vez publicada la foto oficial del primer Consejo de Ministros, los hechos: El más evidente, la presencia mayoritaria de mujeres (11 de 17) al frente de las carteras del nuevo Gobierno, en lo que constituye un récord respecto al resto de gobiernos de países de la UE. Además, en esta ocasión la cuota femenina se extiende a las carteras de mayor peso (Economía, Hacienda, Defensa), en lo que constituye el mensaje más potente de que alguien ha tomado nota del impacto del movimiento feminista en España y que podría avanzar cierto interés por el peso decisivo de las mujeres en las próximas citas electorales, como bien sabe el zapaterismo.
Sánchez asumió en primera persona el mensaje que se había lanzado con la huelga feminista del 8 de Marzo, que el PSOE no respaldó, y toma la delantera para capitalizar esa movilización que es muy posible que el resto de formaciones políticas haya minusvalorado a pesar de los mensajes producidos durante aquella misma jornada.
El presidente del Gobierno, que llevaría un año ajustando la composición de este gobierno, según ha filtrado su entorno, lanzó varios mensajes a propios y extraños. Al exterior, Sánchez certificó su abandono su vinculación con la izquierda ideológica (si es que alguna vez nadó en esas aguas) para elegir un gabinete de liberalsocial, muy en la línea de la deriva política que asume Emmanuel Macron y en la estela de lo que trató de hacer Mateo Renzi en Italia. En un contexto en el que Bruselas sigue con atención lo que ocurre en Italia, Sánchez deja claro que Madrid no tiene nada que ver con Roma en estos momentos, ni tampoco, de paso, con lo que significa el Gobierno de Antonio Costa en Portugal o la oposición laborista de Corbyn en Reino Unido.
Sánchez prescinde de sus fieles
El presidente del Gobierno, que parece haber aprendido de la falta de apoyos mediáticos que le ha acompañado desde que ganó sus primeras primarias, en verano de 2014, ha aglutinado a su alrededor a personalidades de la empresa privada que goza de buena imagen y predicamento en la sociedad civil, lo que ayuda a esxplicar por qué albert Rivera ha dado la orden de no atacar al Ejecutivo o por qué Luis Garicano intentó apuntarse la medalla de la falta de profesionalización política de este Ejecutivo (a pesar de que C’s votó en contra de la moción de censura liderada por el propio Sánchez).
Además de capitalizar la ola feminista y la de la desprofesionalización de la política, Sánchez lanzó varios mensajes hacia el interior del partido. A pesar de las quinielas, su entorno no ha sido especialmente beneficiado en el reparto de carteras y de Secretarías de Estado, lo que podría venir explicado por el escaso nivel de los dirigentes sanchistas atesoran en general. El nombre de Margarita Robles circuló durante días porque no le encontraba acomodo en ningún ministerio y Adriana Lastra se quedó como portavoz parlamentaria del PSOE, lo que augura grandes momentos por su capacidad para provocar problemas con sus propias declaraciones.
El golpe definitivo para el entorno que acompañó a Sánchez durante las primarias fue el nombramiento de Iván Redondo, consultor contratado por Sánchez en septiembre de 2016 como asesor, como jefe de Gabinete del presidente del Gobierno. La elección de Redondo, que estuvo vinculado al PP vasco, catalán y extremeño, desideologiza aun más un puesto muy desconocido pero que es fundamental para engrasar negociaciones y acuerdos que lleven la firma del presidente del Gobierno.
El nombramiento de Iván Redondo, que no se caracteriza precisamente por su discreción, lanzó un mensaje claro al núcleo que había rodeado a Sánchez durante las primarias y después: Se rompía la tradición de nombramiento de personalidades vinculadas al líder, con quien establece una relación simbiótica, y se opta por innovar en un puesto que en su momento ocuparon Jorge Moragas y Enrique Serrano con Mariano Rajoy y Zapatero respectivamente. Para los aficionados a The West Wing, es como si Jedd Barlet prescindiera de Leo McGarry para nombrar a Bruno Gianelli como jefe de su gabinete.
El hombre de confianza de Sánchez en Ferraz, Juanma Serrano, quedaba descabalgado, como también su jefa de Comunicación. Sánchez sacrificaba también a su amiga Maritcha Ruiz, dircom del PSOE antes de la dimisión de Sánchez y nombrada de nuevo tras las primarias, se queda finalmente en Ferraz pese a sus deseos. El cargo de secretario de Estado de Comunicación lo ocupará Miguel Angel Oliver, periodista de Cuatro muy vinculado también al grupo Prisa, en el que creció profesionalmente.
La fotografía de la primera reunión del Gobierno permite seguir la pista de los nombramientos de personalidades que estuvieron vinculadas con José Luis Rodríguez Zapatero (Carmen Calvo, como vicepresidenta, Teresa Ribera) y Alfredo Pérez Rubalcaba (Meritexell Batet, Carmen Montón o Magdalena Valerio), mientras que sólo Abalos y Margarita Robles fueron recompensados con carteras ministeriales.
Más datos: Se equilibra la presencia de la cuota orgánica que, en algún caso, como el de Isabel Celaá, ex consejera de Educación con Patxi López, se combina con su propio bagaje profesional, mientras se filtraron ofertas de entrar en el Gobierno a Guillermo Fernández Vara (que apostó por López en las primarias). Asimismo, el socialismo andaluz encuentra su representación en María Jesús Montero, ex consejera de Hacienda, que ocupa la cartera que hereda de Cristóbal Montoro, o de Luis Planas, rival de Susana Díaz en las primarias, como titular de Agricultura.
Sánchez refuerza poco a poco la idea de un partido presidencialista con muy escasa conexión con unos territorios que todavía siguen sin pacificar tras la batalla interna de las primarias celebradas hace un año. El presidente del Gobierno opta por establecer dos esferas de poder (la del Gobierno y la del partido), a la espera de que no choquen entre sí con la propia dinámica de acción diaria. El primer aviso, por cierto, llegó desde Asturias y Aragón contra los mensajes lanzados por la nueva titular de Transición Ecológica sobre la energía nuclear y el futuro del carbón.
Objetivo: Ganar el centro político
Tras conocerse la composición del Ejecutivo parece que Sánchez agotará la legislatura, un mensaje en el que han insistido este fin de semana Calvo y Ábalos pero que tampoco puede certificarse del todo. Es cierto que Sánchez ha debido ofrecer estímulos muy potentes a los ministros que no proceden del ámbito político para que aceptaran un cargo que habrían declinado Rafael Bengoa (ex consejero de Sanidad de Patxi López y colaborador de Barak Obama en la reforma sanitaria de EEUU) o Jordi Sevilla, aunque en Moncloa niegan que se llegara a realizar el ofrecimiento formalmente.
En teoría, un gobierno de estas características debiera llevar aparejada una duración de al menos un par de años antes de las elecciones, una idea que se refuerza, además, por el propio ciclo electoral, que hará coincidir las elecciones autonómicas, municipales y europeas en mayo de 2019, con la propia dinámica de país: La primera medida del Consejo de Ministros de Sánchez fue un gesto a normalizar la situación con Cataluña, un argumento que ha dado alas a la oposición para arremeter contra el Gobierno de Sánchez pero que estaba incluida en la propia arquitectura diseñada para aplicar el art. 155 de la Constitución tras el referéndum del 1 de octubre. Por si quedaba alguna duda, Batet insistió este sábado en la reforma de la CE como el mecanismo para solucionar el conflicto territorial abierto.
De esta manera, aunque es posible que Sánchez pueda barajar la idea de agotar legislatura, no sería en absoluto descartable que pudiera hacer coincidir las elecciones generales, previstas para junio de 2020, para mayo de 2019, de manera que se intentaría capitalizar el impulso del cambio que se proyecta desde Moncloa para asegurarse los próximos cuatro años. Con el PP buscando líder y con C’s y UP digiriendo el nuevo tiempo político, el PSOE es el único partido que aparece asentado en estos momentos.
Cien días de cortesía con todo a su favor
Era tradición que los presidentes del Gobierno recibieran 100 días de gracia por parte de la oposición para dar tiempo a su equipo a aterrizar y comenzar su acción de gobierno. Desde la época de Zapatero, ese periodo se ha ido reduciendo progresivamente hasta el punto que tanto el PP como C’s reaccionaron en horas al anuncio de que el Gobierno retirará el control del FLA sobre las cuentas de la Hacienda catalana, una medida imbricada con la aplicación del art. 155 por decisión del anterior Gobierno.
Sin embargo, Moncloa cuenta con varios puntos a su favor: El más evidente, la marcha de Mariano Rajoy, que deja descabezado al PP hasta, al menos, el próximo mes de julio. Eso explica la distorsión entre los mensajes que lanzan los digientes encargados de la comunicación agresiva (Rafael Hernando como exponente máximo) con la acción del resto, que parecen más centrados en ver si finalmente Núñez Feijóo da el salto a la política nacional. Este periodo extraño, que coincide con un intento nada disimulado de algunos medios cercanos al centroderecha de demandar una confluencia entre PP y C’s, viene certificado con la propia estrategia de C’s, que debe reacomodarse al nuevo momento.
Los primeros sondeos confirman que una gran mayoría de españoles ve con buenos ojos la moción de censura y el Gobierno que salió de la misma. Así, un sondeo de My Word para la Cadena SER recogió hace unos días que el 42.8% considera que el nuevo Ejecutivo lo hará mejor que el último Gabinete de Mariano Rajoy, que no se caracterizó precisamente por su gran conexión con la sociedad.
De esta manera, Sánchez se convierte en el líder nacional mejor valorado (4.6), con Rivera cayendo en la segunda plaza (4.1) y con Pablo Iglesias en el 3.2 de valoración. Asimismo, se pone el acento en la mejora de aspectos sociales (empleo, pensiones, pobreza o lucha contra la corrupción) frente a los aspectos duros (Cataluña) que benefician más a C’s o al PP en su oposición.
Este retrato permite al Gobierno de Sánchez tomar aire ante los próximos meses, sobre todo si, además, se encuentran con unos medios que no ocultan su apoyo al cambio político que, en algún caso, como en el de El País, coincide con un cambio en la dirección del rotativo y, en teoría, con la promesa de una nueva relación con Sánchez.
CODA. Recomiendo leer el análisis que Fran Delgado realiza en su blog de la composición del nuevo Gobierno. Comparto especialmente este fragmento, porque sobre estos marcos pivotará el resto de la legislatura:
«Se trata de un Gobierno que si se mira de manera global se obtiene una apreciación distinta de que si se hace observando a sus componentes uno a uno. Sin duda la imagen del Gobierno es muy potente; la mayor presencia femenina ofrece una frescura inusual en la historia de España; el fuerte carácter técnico-político nos habla de un Gobierno pensado para afrontar los dos años que quedan de legislatura con garantías; y la modernidad que desprende respecto a otros Gabinetes anteriores asusta. En su composición ha sido capaz de jugar con diferentes barajas a distintos niveles. Este Consejo de Ministras hace atractivos guiños de manera individual a colectivos de diferentes sectores que tienen desiguales intereses entre sí y que parecen tener un difícil encaje de forma colegiada. Ofrece una propuesta que parece prometer soluciones conjuntas que se basan más en la propia imagen que desprende que en el discurso político que plantea. El triunfo del marketing político nos brinda un Gobierno elegante, de aspecto aseado, con olor a perfume de cierto caché, innovador, con look de solvencia, renovado, con aires de consagración y triunfo de la sociedad meritocrática e ínfulas de ejecutivo guay.Parece impecable. Aunque lo realmente interesante está en la imagen que devuelve. Frente a esta representación de una marca España moderna, de aspecto dinámico y saludable, a la derecha le queda, por un lado, el PP de las viejas glorias de mantilla de corpus christis y caballeros legionarios cantantes de novios de la muerte y, por otro, un Albert Rivera perdido al que su otrora moderno traje de firma de pronto despierta tristeza y una figura viejuna de olor a naftalina. A la izquierda aparece un Podemos descolocado que recuerda a pañuelos palestinos, puños en alto y chaquetas de pana raídas»
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